Cap. 25: ¿Se puede escoger un papá?
Amelia regresó con Teo de la mano. Iker esperaba en silencio.
—Es tarde, deberíamos irnos —dijo ella con una sonrisa suave, tratando de retomar la compostura.
—Tienes razón —respondió Iker, poniéndose de pie con lentitud—. Al robot solo le hace falta un par de ajustes.
—¿Como ser menos chismoso? —replicó ella, arqueando una ceja.
Iker se acercó lo justo para que Teo no los oyera y murmuró con una voz grave, cargada de intención:
—O... aprender a quedarse callado cuando uno tiene los labios ocupados.
Amelia lo miró de reojo. El rubor le subió desde el pecho hasta las mejillas.
—Imbécil —susurró sin rabia, pero con la voz apenas trémula por lo que ese comentario le removió por dentro.
—¿Qué dijeron? —interrumpió Teo, frunciendo el ceño mientras los observaba como si analizara una escena del crimen.
—Nada importante —respondieron ambos al unísono.
El niño se cruzó de brazos.
—Ajá… eso dicen los adultos cuando sí pasó algo importante.
Amelia contuvo una carcajada. Iker carraspeó. Teo, sin