Cap. 18: No firmará nada.
Amelia respiró hondo antes de regresar a su oficina. Aunque todavía sentía el ardor en la mejilla, caminó con paso firme, sosteniendo la compostura como si nada hubiese pasado.

Al entrar, Dafne y Luis la miraron con preocupación, pero sin juicio.

—Lamentamos mucho lo que acaba de suceder —dijo Dafne, con tono sereno—. No se preocupe por nosotros, señora Amelia. Sabemos que usted no tiene la culpa.

—Sí —agregó Luis—. Nosotros confiamos en usted y en lo que hace por nuestros hijos. Nadie puede quitarle eso.

Amelia cerró los ojos por un segundo, agradecida. Luego les sonrió con dulzura.

—Gracias… de verdad. Lamento muchísimo que hayan tenido que presenciar eso. No es algo que tolero en este lugar. Les prometo que no volverá a pasar.

Ellos asintieron, y tras despedirse, salieron con discreción, dejándola finalmente a solas.

Apenas la puerta se cerró, Amelia se dejó caer en su silla. Encendió la pantalla del computador, pero no podía concentrarse. Cada músculo de su cuerpo temblaba de furia
Angellyna Merida

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