Cap. 124: El último recuerdo.
Cap. 2: Aroma a lavanda.
Valentina apoyó las manos en el borde del lavabo y respiró hondo.
Otra arcada. Otra náusea que la dejaba temblando.
—Maldita sea… —susurró, cerrando los ojos.
El baño del Instituto de Ciencias del Comportamiento Criminal no era precisamente un lugar para confesiones, pero se había vuelto su refugio improvisado desde que su estómago decidió arruinarle cada mañana.
La puerta se abrió sin aviso.
—¿Otra vez? —Lucía, su compañera y la única que conocía la verdad, arqueó una ceja—. Val… si sigues así, el jefe va a unir las piezas. Y ya sabes lo que piensa de las embarazadas.
Valentina se enjuagó la boca, intentando sonar normal.
—No empieces. Estoy bien. Solo… cansada.
Lucía bufó.
—Cansada mis narices. Estás de dos meses, tus hormonas están haciendo samba y te vi casi desmayarte en la sala de perfiles. Si el director se entera, te manda a licencia obligatoria. Y tú sabes lo que eso significa aquí: adiós campo, hola escritorio eternamente.
Valentina apretó la mandíbu