Cap. 121: Final.
Dos meses después.
Las últimas semanas habían sido un torbellino silencioso para Valentina. Al principio no le dio importancia: el estómago revuelto por las mañanas, los mareos que la sorprendían a mitad de camino, ese cansancio que la obligaba a detenerse unos segundos cuando nadie miraba. Lo atribuyó al duelo, al estrés, al hueco que le había dejado la muerte de Lisandro.
«¿Cómo no iba a sentirse así, si cada día era una grieta abierta recordándole lo que no pudo ser?»
Una tarde, mientras tomaba café con sus amigas, una de ellas la observó con atención.
—Vale… ¿por qué no te haces unos exámenes? Para descartar algo hormonal.
Valentina arqueó una ceja, casi irritada, pero había algo en su cuerpo que desde hacía días le pedía explicaciones que ella no quería escuchar. Aun así fingió ligereza.
—Estoy bien… solo me falta recuperarme —murmuró, y cambió de tema.
Pero esa frase se quedó pegada en su mente como un zumbido.
Tres días después, rendida ante la inquietud, fue al médico. No est