Síntomas de un futuro incierto.
Los días siguientes se convirtieron en una especie de diario íntimo de cuidados y temores. A la mañana siguiente, tras una noche de insomnio interrumpido por espasmos de dolor en la región abdominal y un leve temblor en las manos, me di cuenta de lo frágil que era mi estado. Durante el desayuno, mientras Oliver y yo repasábamos la lista de síntomas en el monitor (la tensión arterial, la cuenta de pulsaciones y las fluctuaciones en mi visión) me aferré fuertemente a la idea de que cada pequeño dato era vital para nuestra seguridad.
Oliver insistía en que no debía preocuparme demasiado, que todo se controlaría, pero en lo más profundo de mi ser, el miedo se asentaba como una sombra que se niega a disiparse. Recordé los días anteriores en el hospital, el diagnóstico y la promesa del doctor de que tendríamos “todo el apoyo necesario”. Hoy, ese apoyo se materializaba en el ambiente cotidiano de nuestro hogar, en el constante ir y venir de visitas médicas y en la forma en que mi esposo anh