Desliza el anillo por la puerta y algo en mi interior se quiebra, una imagen de mi arrodillado frente a una puerta y sosteniendo un collar entre mis manos nubla mi visión por un segundo.
Resignado, y sabiendo que tiene razón, me pongo de pie y regreso a la sala, todo el mundo me mira con curiosidad, Lucía, Videl y Katia lucen mortificados.
— Niños... a la cama — ordeno, los quintillizos gruñen, pero cuando Max los mira, se van directo a la habitación, Matt dice que hablará con Natasha y Max toma a Anya, quien llora por mí.
Aparto la mirada, la idea de hacer sufrir a Natasha y a mi propia hija (aun cuando solo la conocía desde hace poco) me partía el corazón, pero no sabía cómo remediarlo.
— Deben estar cansados por el vuelo — digo señalando la puerta que da al patio, curiosamente me sabía el camino hacia la casa del servic