Esa última semana había sido la más difícil de mi vida, incluyendo todas aquellas en las que había recibido palizas. Me quedé dentro de mi casa todo el tiempo, intentando concentrarme en las tareas de la escuela, pero en su mayoría llorando.
Les dije a los guardias que no quería a Liam en mi casa y, hasta ahora, habían seguido mis instrucciones. Tampoco había visto mucho a los chicos; la mayoría venía a convencerme de que no había pasado nada entre Clara y Liam. La verdad es que no creía al cien por ciento que hubiera ocurrido algo entre ellos, ya que Clara solía mentir. Pero todo lo demás que había dicho era verdad. Teníamos una fecha de final marcada; eso iba a pasar tarde o temprano.
Bajé las escaleras, frotándome el cuello bajo el broche de mi collar, pensando que el cierre que Liam había arreglado se había aflojado, porque empezaba a molestarme un poco. Mi mamá dejó mi desayuno sobre la mesa y me observó. Desde que todo pasó entre Liam y yo, había estado muy preocupada, porque yo