Habían pasado dos semanas desde mi crisis en la montaña. Me sentía un poco mejor después de haber llorado, dejando salir todo lo que llevaba dentro. No me había dado cuenta de cuánto lo necesitaba.

Había estado intentando mantener mi ira bajo control, porque aparecía de forma inesperada, y jamás quería repetir lo que sucedió aquella noche. No quería volver a sentir ese dolor, además, el Alfa John había dicho que no debíamos dejar salir a mi loba por precaución.

Mis amigos y yo regresábamos de un paseo en el arroyo. Reíamos a carcajadas porque había llovido el día anterior y Cole decidió empezar una pelea de lodo, así que terminamos cubiertos de pies a cabeza.

Al llegar a la puerta de la casa, miré al otro lado de la calle sin pensar y vi mi antiguo hogar. Al instante, mi mente comenzó a pensar en los “qué hubiera pasado si...” y en los “pudo haber sido”. Estaba tan cansada de que todos se preocuparan por mí, que intenté ocultar mis pensamientos.

Sabía que mi mamá y los padres de Liam s