Los negocios

Soy el dueño de un imperio, que para muchos lo consideran el imperio de la muerte, pero hablando claro, nadie pone una pistola a las personas para que estos se llenen de vicios, sus vidas ya son un fiasco viven esclavos de sus debilidades y sus deseos, anhelando la vida decadente.

Entendí que las personas viven así por que les gusta vivir así, pero luego, esa misma gente que corre para corroer su vida, son los que terminan criticando eventualmente esta clase de trabajo que realizamos nosotros los CEOS del inframundo.

Cuando mi padre aún vivía, yo había estado viviendo como cualquier otro joven newyorkino, alejado del bullicio de los negocios, lo que envuelve a la gente libre sin preocupaciones hasta que mi Padre fuera herido de gravedad.

Alcancé a llegar a tiempo, gracias al avión privado que mi padre mantenía organizado para un evento asi a mi disposición, me dijo él, cuando todavía lo alcancé en su lecho de muerte.

Su cara estaba tan pálida y su respiración dificultosa, pero él me dijo todavía con el último suspiro.

—Magnus, hijo querido... nunca vayas a confiar ni siquiera en tu sombra, por que cuando estás en el peor momento de tu vida, hasta tu sombra te abandona.

—¿O tu has visto a tu sombra estar a tu lado cuando estás en la oscuridad? — Mis lágrimas se desbordaron abundantemente en el momento que le oí decirme esas palabras, aún así le había respondido.

—No Padre, nuestra sombra no nos acompaña, cuando estamos en la oscuridad.

El me sonrió y su sonrisa quedó dibujada en su rostro. Ese rostro que siempre estaba agitado, cauteloso, al fin tomaba su forma natural.

Sin quejas ni brumas, ahí estaba el verdadero semblante de mi padre, me acerqué mucho a su oído y le hablé.

—Papá.... Papá... —No hubo respuesta, en ese momento entró mi tío Bladimir Parmo, el me dijo.

—Se ha ido, hijo.

—Ya se ha ido, no insistas mas, deja ir su espíritu en paz sabiendo que estás bien. Puso su mano en mi hombro.

Yo quedé pensando en las palabras de mi Padre, no debía confiar en nadie en absoluto.

El no alcanzó a decirme quién era el traidor que lo había traicionado, solo alcanzó a decirme, "no confíes en nadie, ni en tu propia sombra"

—Sr. Parmo, no quiero que nadie sepa del fallecimiento de mi padre, no es de la incumbencia de nadie, así que quiero mantener esto así

—Pero hijo, se darán cuenta cuando él empiece a faltar en las reuniones clandestinas de nuestra organización —explicó.

—Yo reemplazaré su ausencia —dije de manera estoica y firme.

Me levanté y caminé hacia la puerta, mi padrino a quien había acostumbrado a llamarlo Tío Parmo, me dijo de manera sorpresiva.

—Pero, mi pequeño gato, ¿Vas a involucrarte en esta vida de crimen, una organización de muerte, sabiendo que tu padre acaba de fallecer por estar en el bajo mundo del crimen organizado?

—Sr. Parmo, ¿Pretende usted que yo viva como un cobarde y vivir plenamente mi vida?

—¿Dime con que cara lo haré cuando lo único significativo para mí ahora mismo es vengar su muerte?

—Te diré una sola cosa, pobre de esa persona detrás de todo esto, por que no me tentará la mano para aniquilar su existencia.

—Y el hecho de que yo me haya retirado de su lado a jugar vivir mi vida normal, no lo llevaré fácil para nadie esta vez —añadí.

—Pero hijo, no te llenes de odio. Siga con tu vida, yo cuidaré de lo tuyo, tu patrimonio.

— Bladimir Parmo, nadie va a vivir mi vida y lo que ocurrió con mi padre será mi recordatorio hasta el final de mis días, para no dejar que nadie lo haga conmigo.

Yo era un hombre muy observador por naturaleza, también me había fijado que mi padrino estaba muy interesado en insistirme que yo siguiera con mi vida como antes, algo que despertaba mis instintos de supervivencia y mi mayor descepcion hacia la vida.

En los siguientes días, me dediqué a buscar a un asistente cabal, ambicioso y que fuera de mi misma naturaleza, fue así como me traje al señor Braulio Mendraco.

Braulio era un hombre joven pero muy inteligente, capacitado, lo más importante es que era audaz, con un coeficiente intelectual bien alto, aprendía rápido y era leal sobre todo.

Unos días después en la primera ronda de reuniones llegué a un banquete, era una reunión clandestina de Jefes mafiosos.

Al llegar a esta primera reunión, los demás integrantes estaban algo sorprendidos al verme.

Eso era también parte de la naturaleza de mi padre, yo lo llamaba paranolla, siempre me escondió de su vida misteriosa y me apartó de todo eso. No adivinaria que su pequeño retoño un día se haria aún más grande que él.

Cuando cumplí 16 años, me di cuenta realmente quien era él, pero para entonces con la excusa de no querer saber nada de esa vida, me fui a dizque a forjar mi futuro con una carrera y un post grado.

Decidí dejar de lado mi unión familiar con él, con mi padre, algo del cual hoy me arrepiento. Porque el tiempo perdido, los santos lo lloran, o es mi conciencia quien llora.

Por que dinero, fama, y demás cosas materiales las he conquistado a manos llenas, pero el amor y el tiempo perdido junto a mi padre, ya no lo tendré mas.

Tengo un depósito lleno de vehículos de edición limitada, tengo mansiones en casi todas las ciudades importantes del mundo, tengo tres Islas privadas, tengo negocios lucrativos que tiene que ver con el oro negr'o, el petróleo.

Lo que hace que hasta cierto punto sea solo el candidato perfecto de personas inescrupulosas que quieran dar conmigo para quitarme todas esas cosas que me he ganado a lo largo de estos años.

Volviendo a esa primera reunión a la que asistiera, me encontré a mi padrino Parmo, él estaba sentado en medio de la mesa cuando llegué.

Había investigado cuál era la posición que mi padre tenía en esta organización y supe que él era un alto Jefe, el más importante para aclarar esta situación.

Al llegar y ver que mi padrino estaba sentado en el lugar que solía ocupar mi padre, carraspeé mi garganta parado junto a él, al darse cuenta de que estaba a su lado, él me señaló otra de las sillas y me dijo:

—Gato, siéntate ahí.

—Señor Bladimir Parmo, usted está en mi asiento, hágase a su sitio —ordené claramente.

Él pareció no entenderme en los siguientes segundos, pero luego me dijo:

—¿Tu asiento, o el de tu padre? —con cara hosca respondí.

—Lo estoy sustituyendo, ¿debo ocupar otro asiento, o el de alguien mas? —Se levantó de mala gana, lo noté, mas no dije nada de momento.

Otro de los altos jefes me miró y me dijo en una sonrisa de medio lado.

—¿Que ha pasado con el señor Ulrichs Grande? ¿Enfermó? — Sonreí con sutileza y le respondí a secas.

—Descansa —me senté elegantemente y volví a dar otra respuesta.

—No hay problemas en que yo lo reemplace, trabajaré por los dos —dije cuidando de aclarar mis palabras objetivamente.

—Ulrichs Grande es desconfiado, ¿Cómo podría enviar a alguien en su lugar?

—Me presento ante ustedes, soy Magnus, soy el hijo de mi padre —todos se miraron entre sí sorprendidos, al parecer nadie sabía que mi padre tenía un hijo, solo mi padrino.

—¿Su hijo? Pero ... él había dicho que su esposa e hijo había fallecido en aquel accidente de avión.

—Omitió —todos me miraron fijamente, así como desconfiando.

—Hay veces que un padre esconde el peligro de la vida de un hijo, pero esa no es la solución mas acertada, lo acertado sería que él se hubiera deslindado por completo de la vida del bajo mundo.

Todos me miraron sorprendidos. Sus miradas eran de desconfianza y de rechazo en algunos casos, mi padrino Parmo habló al grupo entonces.

—Tranquilos caballeros, aquí todos somos los mismos, si mi compadre hizo eso, no fue por desconfiar de ustedes, lo hizo tan solo para que su hijo viviera una vida normal y común.

—El quería que su hijo fuera a la universidad, que tuviera amistades comunes, ya saben, nada que tuviera que ver con nuestra organización.

Mendraco estaba de pié a mi espalda, los ojos de todos fueron a parar en él, habló un capo de ascendencia italiana directa.

—Bueno, viniste a ocupar el lugar de tu padre, pero has traído a alguien ajeno a nuestro entorno, ¿Acaso te desharás de él terminando esta reunión? —Miré al hombre de pies a cabeza y contesté a su pregunta tonta.

—¿Por que habría de cometer esa estupidez? Él es el que cuida mi espalda. Es el mejor y es un antisoborno y no es de la naturaleza de otros que traicionan —dije mirándolo con ojos retadores.

Pero lo siguiente que dijera, me envenenó el hígado.

—Señor, como es que dijiste que te llamabas, bueno, te llamaré hijo de Ulrichs, aquí no importa quien sea él o si es antisoborno o no, la regla es que tu no debías traer a un extraño aquí, él tendrá que morir.

Sus palabras erizaron todo los vellos de mi nuca, algo parecido a una sensación de éxtasis, ni yo mismo me conocía de la capacidad de violencia acumulada dentro de mí. Me puse de pié y pregunté al resto.

—¿Todos están de acuerdo con lo que el tipo aquí ha dicho? —Parmo me miró y me dijo:

—Tranquilo Gato, este mundo tu no lo conoces, solo es un hombre mas, debiste preguntarme que hacer y no hacer en esta primera reunión —dijo como un buen samaritano.

Me puse de pies y salté ágilmente sobre la mesa redonda y caí sobre el tipo dando una vuelta doblete, con esa acción había dado en la nuca a su asistente o guardaespaldas detrás de él y lo había dejado caer inerte al suelo.

Lo que no sabía él y todos los presentes, es que el paranoico de mi padre me había dado a recibir un sin fin de lecciones de artes marciales y yudo, yo siempre salí como el mejor en todas esas clases.

Antes que cualquiera reaccionara, yo ya lo tenía sometido su rostro aplacado con mi rodilla, saqué con agilidad una navaja y empecé a cortar su cara, al terminar, pedí a mi asistente a quien le había dado la mezcla para echar en la herida al hombre, esto le ardía como lava de fuego y a la vez le cicatrizaria rápidamente su herida.

Cuando al fin lo solté, él tenía plasmado mi nombre en su herida decía mi nombre, "Magnus" Mi padrino vibró de inconformidad y enojo, dijo con aspereza y enojo.

—¿¡ Gatoooo, que crees que haces!? No terminarás bien si empiezas así —dijo él amenazándome.

—Al contrario "padrino" —dije sonriéndoles.

—Y.... Te voy a pedir de paso, no me llames gato, o tendré que tallar mi nombre en tu rostro también.

—Pero, creí que mi compadre te enviaba a la universidad a estudiar y profesionalizarte, no volverte un despiadado hombre.

Me sentí tan molesto con Parmo que casi vomito sobre él mi rabia y mi inconformidad.

Dije endureciendo la quijada.

—El señor Adame Gallo, cometió el grave error de meterse en el camino de mi padre —dije rodando mis ojos sobre él, de mi padrino era solo sospechas, pero si me enteraba que él era culpable, no viviría para contarlo.

—¿Que tiene que ver con tu padre y con el señor Gallo? —preguntó Parmo.

—Le sigo el talón, se lo digo para que lo sepa, y no se estoy diciendo de espaldas, si no de frente.y con lo de ahorita, solo es por hacerse el loco y olvidar mi nombre.

—Cuando esté realmente seguro de lo que le hizo a mi padre —hice un repentino silencio.

Y luego lo hice en señas haciendo mención de que lo desollaria.

Todos me miraban con suficiente cuidado, ellos se miraron entre sí, me puse de piés y dije:

—Esta sesión ha terminado, ah y señor Adame, yo sí se su nombre y no lo apartaré de mi mente en mucho tiempo —lo miré dijo, él apartó la vista de mi.

—Y llévese a su muerto, ¿hay muchos para escoger otros no? —dije señalando a su asistente caído en el suelo.

—¿Pero, está muerto? Pero como sucedió decían los otros, salí caminando de ahí.

Lo que no sabían ellos era que yo traía unos zapatos especiales que pulsaran una gran navaja puntiaguda. Cuando di la voltereta, le había enterado en la cabeza el cuchillo.

Era el primero en morir en mis manos.

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