Una medida acoplada

Mi entrada al mundo por debajo de la ley era así, yo sentía que no tenía nada que perder, así que cuando le di esa lección de vida a ese capo mafioso, en realidad no me estaba ganando rivales, me estaba imponiendo mi propio dominio y mi ley.

O eres o no lo eres, así era el idioma de la organización mafiosa. Si me veían blandengue, todos me pisarían y estaría en el último eslabón de entre todos ellos.

Lo cierto es que yo empecé así por que también lo tenía de sospechoso al tal Adame Gallo, una vez que yo adivinara los secretos de mi padre, él me había inducido a unas pistas hasta llegar a una propiedad escondida y muy bien camuflada, encontré en su interior muchas cosas, además de lingotes de oro, diamantes varios baúles de estas, mi padre se había convertido en un hombre muy rico, pero es cuando me pregunto, cual es la gracia de ganarse tantas y tantas cosas para luego morir en manos de algún traidor envidioso sin haberlos disfrutado siquiera una parte de todas esas riquezas.

O pasar tus mejores días alejados de tu familia, como lo hiciera él, nada tenía sentido.

En fin, al llegar a esa propiedad, encontré cientos de videos, entre ellas mi padre exponia a los hombres de dentro de la organización a los que él tenia sospechas claras y no tan claras, en eso reacaía mi padrino, él sentía que había cambiado su compadre.

Por supuesto, antes de asistir a ese banquete de mafiosos, había visto las evidencias del tal Gallo, por supuesto que yo sabría quién era él y la gota que rebasó el vaso, era abrír la boca y amenazar a mi hombre de confíanza, atacarlo a él era atacarme a mí de manera indirecta. Así que tenía que actuar si o si.

Las inclemencias de los desvalidos, en los videos claramente mi padre me incitaba a aprender a sobrevivir, ahora entendia tantas cosas del actuar de mi padre.

Algo que agradezco a él era ser un gran padre, un hombre sumido en el dolor de perder a la mujer que tanto amaba y aún así mantener a flote su existencia y hacerlo por su hijo, eso era una proeza.

Cinco años después estaba aquí yo llevando la b****a, siempre solitario, siempre desconfiado, siempre abrumador, letal, no había encontrado una sola cosa o quizás eran dos cosas, alguien a quien amar y confiar para ser feliz.

Por que había logrado escalar todos los peldaños en la organización, mis decisiones, aportes y todo lo que sugería era de lo mejor, mis visiones para un negocio copioso salía de mis ideas y lo que yo sugería y aplanaba.

Tan pronto di paso, empecé a crecer como la espuma, y por supuesto, mi padrino Parmo tenia que ver en mucho con lo que le pasara a mi padre, él no tendrá ni toda su vida para pagarme.

Salí de aquella oficina, fuí y me senté al volante de mi auto, una ráfaga de aire me dió en la cara, quedé helado por un momento, la estaba recordando a ella, Pero, ¿Que tenía ella que la recordaba a toda hora?

Regresé a mi oficina a buscar los documentos que tirara al bote de basura, los saqué de ahí y me dispuse a ojerarlo de nuevo.

Encontré que ella acababa de terminar su carrera de derecho, doctora en leyes. Además, estaba por cumplir 24 años, edad muy buena para tener hijos.... espera, ¿Por que estoy pensando en niños? ¡Apenas la conocí hoy!

Pensando en que debía saacarla de mi mente, me dispuse a ir a ver uno de los tantos clubes nudistas del que soy dueño.

Fui para allá con la intención de olvidarla, consideré que ella y su imagen de chica inmaculada era un virus para mí cerebro.

Al llegar me recibe Braulio, el administrador, él es un hombre tenaz, instintivo y es muy buena pieza para mis negocios, me ayuda con más de una decena de clubes. Trabajo que me sacaría de quicio.

—Jefe, estás aquí —me alburea.

—Solo anda viendo o quiere una hembra —

—Depende —digo algo distraído, por que entre un mar de gente, sigo pensando en ese rostro hermoso.

Y es cuando me enfada hasta las víceras, no veo como con solo verla unas cuantas veces en el día de hoy, no la saco de mi mente. Ahora entiendo todas esas canciones cursis e innecesarias, cantaban sus experiencias tontas como esta.

—Tráeme a una caliente, que se exceda en ser ardiente —pido a detalle como si tal se tratara de una mercadería.

—Si señor, ahora mismo —me dice sonriendo.

Veo llegar una morena alta, piernas largas, voluptuosa de las nalga's y su delantera, labios carnosos y sonrisa pícara, desde que hace un enfoque de vista conmigo, sus ojos me sonrien coquetamente.

Su voz es suave y sensual, sus movimientos sin igual, ayer o antes de esta mañana, la hubiera disfrutado sin pensarlo, pero ahora pienso en ella de nuevo.

—¡,Que coños! —dije sin saberlo en voz alta, haciendo saltar de nerviosismo a la propia morena y a mi administrador, Braulio.

—Jefe, si ella no es de tu agrado, puedo traer a otra chica preciosa —se acerca más a mi y en discreción me dice.

—Tengo a seis chicas vírgenes —frunzo el ceño algo molesto ya.

—¿Que pasa, dije algo que lo ha ofendido? —cuestiona algo preocupado.

—No, todo está bien.

—Deja a la joven aquí a que me haga compañía —pido, para que ya se retire y nos deje solos.

La mujer se sienta a mi lado algo indecisa, le digo.

—No muerdo, siéntate.

—Como usted ordene mi señor —dijo ella, eso me puso en la posición de que yo era un granuja, tanto que nadie me tenía amor o respeto ganado, solo imposición.

Suspiré antes de formular alguna palabra, iba a dejar que ella hablara. Ella me miró y me dijo:

—¿Que desea mi señor?

—Que dejes de llamarme "mi señor" para empezar, y en segundo lugar, solo quiero algo de compañía, haz lo que sabes hacer —dije.

Ella puso su mano sobre mi pecho y empezó a acariciarme por encima de la tela. La ví más de cerca, era una mujer hermosa, le pregunté por su nombre.

—Guajira, señor —me dijo su nombre, pero luego se disculpó y dijo.

—Lo siento —

—¿De dónde eres? —pregunté otra vez.

—Soy de Colombia, señor —dijo mirándome con más confianza, como yo hiciera silencio, ella me preguntó.

—¿Has estado en Colombia? —Volví para mirarla, no me gustaba que ella me hiciera preguntas, pero esto era por que yo mismo propicié la conversación, así que debía aguantarlo.

—Si —ella hizo un gesto de sorpresa y admiración.

—¿Y le gustó mi país? —La miré con algo de sonrisa en mi rostro y dije.

—Maravilloso y encantador país, e ido varias veces —respondí.

Había pasado una media hora, entonces ella me dijo:

—Gracias señor —fruncí el ceño y volví a preguntar que por qué era que me daba las gracias, me dijo ella casi por llorar.

—Por que no me vió en ningún momento como objeto sexua'l me vió me habló tal cual soy, un ser humano con sentimientos.

Asentí mi cabeza y no supe que pensar, creí que mujeres como ella que deciden vender su tiempo y ofrecer vender ilusiones, eran felices con lo que elegían, pero veo que hay heridas abiertas debajo de su ropa.

LAS CICATRICES no se van solas, se debe de poner a cuidar, y mientras tanto el tiempo que se vende ellas mismas, el tiempo de estas mujeres, nunca me había detenido a pensar en sus sentimientos o que las aorillaban a hacer esto o tomar este camino.

Después de tres horas de conversación, algo bastante peculiar en mi actitud, me despedí y me fui, al querer pagarle, ella no quería, pero le dije:

—Dedicaste a darme de tu tiempo, aunque no pasara nada entre los dos, Solo toma el dinero —sugerí, ella al fin lo había tomado el dinero por la paga de su tiempo.

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