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4. Alexander Castellani

Narra Alexander:

*Flashback*

Un mes antes del secuestro:

Salgo de casa y me dirijo a uno de mis vehículos, hoy tengo una reunión importante, sin embargo opté por darle el día libre a mi chofer, solo me gusta utilizarlo los días que tengo mucho que hacer y sé que terminaré lo suficientemente cansado como para prestarle atención a la carretera.

Mi vida es rápida, tengo una empresa de bienes raíces y hoteles de lujo. No cualquier empresa, claro. Castellani's es sinónimo de exclusividad. Nos especializamos en la construcción de residencias lujosas como mansiones, rascacielos, resorts y complejos de apartamentos de alto nivel, en resumen, esta ciudad y un poco más me pertenece.

Claro, menciono la ciudad por modestia innecesaria, nos encontramos en cada proyecto de calidad del mundo.

Dirijo un imperio que no duerme. Mientras otros descansan en sus camas, yo descanso en la satisfacción de hacerme cada vez más rico.

Hoy, la reunión es con inversionistas japoneses. Quieren construir un hotel con el estilo minimalista de su cultura, pero las comodidades y sofisticación que solo Castellani's puede ofrecer. Y como siempre, anticipo que todo será perfecto, rara vez me doy el lujo de que las cosas me salgan mal.

Conduzco observando todo a mi alrededor, estoy orgulloso, casi toda la ciudad tiene mi marca, me llena de regocijo poder admirar todo lo que he construido. Cuando mi padre me cedió Castellani's por motivo de jubilación, no era ni la mitad de lo que es ahora, sin embargo, todo esto es gracias a él, la persona que me instruyó desde muy joven.

Salgo de mis pensamientos cuando veo uno de los buses universitarios atravesarse, ¿cómo puede poner en riesgo la vida de tantas personas?, ese es el mayor problema de la clase trabajadora, escogen cantidad, antes de calidad, tienen varios choferes y la mayoría de ellos no cuidan la integridad de los estudiantes. Porque escogen a cualquiera solo para pagarle menos.

Frena de repente y observo a una chica chocar del asiento de adelante.

El conductor me grita un sinnúmero de cosas, pero yo sigo concentrado en aquella chica quien ahora es examinada por otra joven.

No pierdo el tiempo discutiendo con personas que no me sumen.

Enojado arranca y emprende su camino a lo que supongo, la universidad.

Me siento cautivado, con ganas de seguir el bus, pero tengo cosas que hacer y actuar por impulso, no es propio de mí.

¿Quién perseguiría a una completa extraña solo porque le pareció atractiva?

Yo no.

Ignoro el tema y tomo mi celular para hacerle una llamada a un viejo amigo de la familia, Jeferson Smith.

Llego a la empresa y me dirijo a mi oficina en donde se llevará a cabo la reunión con los japoneses. Me encanta trabajar con ellos, ya que siempre saben lo que quieren, son directos. Odio que me hagan perder el tiempo, tiempo en el que podría estar haciendo más dinero. Observo a mi asistente la cual luce nerviosa y preocupada, es el efecto que causo en todos.

Me encanta.

Apenas me acomodo se acerca a mi a escritorio, me pasa una taza de café y se sienta a discutir mi agenda, lo habitual.

—Buen día señor Alexander, para hoy tiene reunión con los japoneses y una cena con la señorita Amanda.

—Cancela la cena—demando.

No sé porqué mis padres insisten tanto en emparejarme con ella, apenas 26 años y ya me quieren ver casado.

¡No lo creo!

Opto por vivir la vida. No necesito a una caprichosa, intensa, indeseable, que crea que puede controlarme.

"Necesitas una esposa, necesitas establecerte, eso atraerá más clientes, a los inversionistas les gustan confiar en personas estables, con un hogar feliz".

Recuerdo la frase favorita de mis padres.

No me interesa.

He hecho millones siendo soltero y estando con quién me plazca.

—Pero señor...—trata de convencerme.

—CANCELA—tomo una pausa—LA—otra—CENA.

—Pero su padre...

—¿Usted no oye?—pregunto—cancele la cena que de mi padre me ocupo yo.

No continuamos con la conversación porque la llegada de los japoneses nos interrumpe. Sofía, mi asistente, siempre trata de que cumpla con los mandatos de mis padres, pues a ellos les debe su lealtad, fue la última asistente de mi padre antes de jubilarse.

Algún día la cambiaré, pero es muy eficiente.

La reunión pasa entre acuerdos, conversaciones extensas, y negociaciones concluidas, como siempre: un éxito.

—Brindemos por este nuevo negocio—sonrío con una copa en mano.

—Kanpai!—dicen ellos. (¡Salud!)

Otro trato cerrado, y sin esposa...

La reunión finaliza y me pongo a verificar mi correo personal, pero me interrumpe el sonido de mi celular. Verifico la pantalla y es quien estuve esperando todo el día, Jeferson, el cual me cita en un lugar...

Aquí termina mi jornada laboral.

—Es una estudiante de medicina llamada Samantha Sparks, tiene 21 años, hija de Samuel y Anthania Sparks. Aquí está todo— me entrega Jeferson un sobre naranja con la información de la chica que mandé a investigar.

—Con que Samantha...—digo mientras le paso el mío.

—Siempre es un placer trabajar con usted señor Castellani—se despide y observo el sobre.

Jeferson es el investigador privado de de la familia Castellani, siempre que necesitamos saber algo, él lo averigua. En esta ocasión le hice una petición inusual...quiero saber todo de ella.

Aquella chica del autobús que ha estado rondando mi mente todo el día.

En el vehículo me dispongo a leer la información que Jeferson logró adjuntar.

Tiene 21 años, nació el 20 de Junio, vive con sus padres, Anthania y Samuel Sparks, hija única, estudiante de medicina inclinada por la ginecología, no vive en la ciudad, no tiene mascotas, no tiene pareja, le gusta el color lila, las actividades físicas al aire libre, es fanática de la escritura.

Continúo leyendo todo, es adictivo.

Tipo de sangre: 0-

Observo la segunda hoja, en esta se encuentra su horario de clases.

Jeferson es tan bueno que da miedo.

—Con que Samantha...—sonrío, hasta su nombre es hermoso.

Observo sus fotos, hay todo tipo de recuerdos familiares y de pequeña, pero una en especial llama mi atención; es ella en el hospital, parece reciente. Luce tan frágil, delicada y fácil de herir, me dan ganas de guardarla en una cajita, protegerla, cuidarla...

Tomo el celular y le marco a Kevin, mi jefe de seguridad y mejor amigo.

—Kevin—saludo apenas toma la llamada—necesito que me acompañes a un lugar y trae cámaras.

Sonrío.

No te preocupes Samantha, yo te voy a cuidar.

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