CAPÍTULO 36

Ella, sin perder el ritmo, plantó las manos sobre su cintura y arqueó una ceja, mirándome fijamente con una expresión desafiante.

—Está bien, ¿qué más da? ¿Quién soy yo para decirte cómo vestirte o cómo no? ¿Vamos a desayunar, por fin? —solté, un poco molesto, pero traté de no dejar que esa irritación arruinara lo que había sido un momento entre nosotros.

Ella me tomó del brazo y, al apoyarse en mí, dejó caer su cabeza sobre mi hombro.

—Actúas como un esposo celoso —dijo Roxanne en voz baja, sin rastro alguno de molestia, pero con una suavidad que hizo que mis mejillas se sonrojaran sin remedio.

—¿Qué? ¿Esposo? Nunca. No pienso casarme jamás —respondí, intentando sonar despreocupado, aunque un leve tono de inseguridad se coló en mi voz. Un hombre como yo no estaba hecho para esas cosas.

—Entonces no actúes como si estuvieras celoso por mí.

Esa respuesta me dejó completamente callado. Quería escapar por unos días de mi papel de mafioso, pero parecía que, sin darme cuenta, estaba entran
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