CAPÍTULO 32

Terminamos de desayunar, y me levanté de la barra.

—Gracias, Gloríe. Estaba rico.

—Hoy no me hizo probar la comida —dijo Gloríe, haciendo hincapié en mis locuras. Roxanne me miró confundida.

—¿Cómo así que probar la comida?

Gloríe la miró y le sonrió con complicidad.

—Es que el señor no confía en absolutamente nadie, entonces piensa que yo, que cambié sus pañales y lo crie como si fuera su madre, voy a envenenarlo —explicó Gloríe, mientras me miraba y apenas esbozaba una mínima sonrisa.

—Nunca se sabe —respondí, y mi tono se volvió más serio—. En este mundo, las cosas pueden cambiar de un momento a otro. ¿No es cierto, Roxanne?

Ella palideció un poco, y no entendí bien su reacción, pero parpadeó y asintió.

—Sí, es verdad, pero no deberías confiar en tu nana. Ella…

Las miré a las dos, y aunque no quería sonar déspota, bastó un simple gesto de mis ojos para advertirles.

—¡No confío en nadie!

Salí hacia la sala, y sentí los pasos de Roxanne siguiéndome.

—Pero dime, ¿a dónde vamos? Tengo
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