—Vi que no pudieron cenar, vengan conmigo—. Anticipándose, a la petición que haría Aylin, Damián los llevó a un pequeño comedor privado, donde había preparado una variedad de platillos para ellos.
Ella miró la mesa con asombro.
—¿Tenías todo preparado?
—Después de que descubrí que mi hermano y su esposa solo fingían que les agradaba, perdí el anhelo de comer a su lado. En realidad, hoy he asistido a la cena para presentarlos, moría por verles las caras de frustración a mi familia.
Aylin no pudo evitar reír.
—Entiendo, es que son bastante intensos —, bromeó, provocando una risa quedamente en Damián.
Este gesto pareció sorprenderlo, como si hubiera olvidado a cómo reír en su propio hogar desde la muerte de su esposa y paró abruptamente, volviendo a su expresión seria.
Se sentaron en la mesa, en una atmósfera mucho más relajada que la del comedor principal. Chris, que había estado incómodo toda la noche, pudo relajarse y comenzó a comer con apetito.
La conversación entre Damián y Ayl