En cuanto puse un pie en la propiedad, supe que algo no andaba bien. Había al menos 10 coches en la entrada, y un puñado de hombres vigilando. Y del interior de la casa, emergía una serie de gritos de terror puro. Temblé mientras salía del Moserati.
—¡Livy!
Volteé inmediatamente, sorprendida de encontrarme a Isaac allí.
—No puedo creerlo, volviste —dijo, deteniéndose a un paso de mí. Sonrió —. Realmente volviste.
Le devolví la sonrisa. Me había tardado un poco más de lo planteado en regresar, pero, elegir a Sebastián no había sido sencillo. Nada sencillo.
—Lo siento, había tanto que solucionar antes de volver...
Un agudo grito agónico escapó de la casa y me hizo estremecer hasta los huesos. Miré la propiedad con temor.
—Isaac, ¿qué ocurre? —murmuré.
Él exhaló profundo, mirando la casa con inquietud.
—Es Sebastián —dijo—. Cuando pasó un mes y no había rastro de que volverías, él simplemente dejó de esperarte, pareció que no le importabas. Dejó de hablar de ti y volvió al pasado