MILA
Corro libre por el bosque, sonriendo con un vestido blanco que ondea al viento. El sol se filtra a través de los árboles, iluminando mi camino. De repente, escucho pasos detrás de mí y volteo a mirar. Maximiliano viene detrás de mí, su mirada fija en la mía.
Me alcanza y me lleva contra el árbol, su brazo rodeándome la cintura. Me pega a él y me da un beso apasionado. Me siento sin aliento y emocionada.
—No intentes escapar de mí —dice, su voz baja y sensual—. No puedo dejar que te vayas.
—Maximiliano —susurro, mi voz temblando—. ¿Por qué me persigues?
—Porque te amo —responde, su mirada intensa—. Porque no puedo vivir sin ti.
Me siento débil y sin fuerzas ante sus palabras. Me doy cuenta de que no puedo escapar de él, de que no quiero escapar de él.
—No quiero escapar —digo, mi voz apenas audible—. Quiero estar contigo.
Maximiliano sonríe y me besa de nuevo, su abrazo estrechándome contra él. Me siento segura y amada en sus brazos.
Maximiliano me mira con una intensidad que me h