Capítulo 53.
El ambiente se vuelve denso de tal manera que cada movimiento cuesta el doble o al menos así lo siente Beca, quien le había tomado cariño a ese dulce par de ancianos.
— ¡Esperen! ¡por favor esperen! — gritaba Beca al mismo tiempo que evitaba cada uno de los ataques — escuchen soy yo, no pueden, ¡no pueden hacer esto! — gritaba ella desesperada al mismo tiempo que su garganta se cerraba de nuevo.
La desesperación, la furia, la rabia por todo lo que estaba sucediendo y la culpa de saber que ellos estaban en esta situación solo por sus acciones le rompían el corazón, en ese momento ella toma una de las sillas para empujar a ermitaño y dejarlo impactado en la pared de madera con las patas incrustadas.
— Lo siento, no quiero lastimarte, — susurra ella conteniendo las ganas de llorar, pero en ese momento un zarpazo en la espalda la hace gritar— ¡aaaggghhh!
La anciana sin hacer un solo ruido identificable comenzó a atacar con movimientos inesperadamente rápidos para un cuerpo tan dañado y an