Beca iba caminando decidida, finalmente ella iba a tomar la iniciativa, esta noche, esta maravillosa luna era la número quinientos después de su enlace al imponente, fuerte y sobre todo poderoso Alfa Declan.
Ahí a medianoche cuando la luna estaba en lo más alto en el cielo lleno de estrellas, Beca iba a decidida a crear un reinicio a partir de la muerte de su actitud sumisa, y actual como la Luna que su amada manada merecía.
— Esta noche — susurró ella tratando de darse ánimos e ignorando sus nervios y manteniendo sus pasos firmes por ese enorme castillo con paredes frías de rocas ancestrales, en dirección a la habitación del que era su mate destinado— Tú serás mío Alfa Declan.
Bajo su enorme manto de piel, Beca llevaba puesta una lencería que tenía semanas buscando para esta noche especial.
Su corazón había comenzado a latir de forma desmedida, sus manos se encontraban sudorosas y su respiración se volvía cada vez más errática y desesperada.
“Tiene que funcionar” Pensaba inmersa en las consecuencias de su posible fracaso “ En caso de no conseguir ser marcada y aceptada por mi mate en la luna numero mil, perdería la vida de la forma mas dolorosa posible” un escalofrío recorrió su cuerpo ante la inmensidad de lo que estaba en juego.
— Mil lunas— Repitió pensando en lo sutil de la frase, parecía tanto tiempo y al mismo momento tan poquito para luchar por su vida… Por su amor… Por su destino marcado por la Diosa luna.
En ese momento, se encontró justo al frente de la puerta que separaba su pasado y su futuro, Beca cerró los ojos respiró profundo y abrió la puerta.
— Esta noche será inolvidable— susurró ella sin saber lo cierto que sería para ella al mismo tiempo que se abría la enorme gabardina de piel que cubría su cuerpo y se quedó congelada ante lo que se había encontrado.
Frente a ella se encontraba Declan, su mate elegido por la Diosa Luna embistiendo de forma apasionada, concentrada y sobre todo… extasiado de placer a Leyra, su protegida.
— Así… mmm… así… así Declan… fuerte… duro… me encanta…— Beca estaba completamente congelada ante lo que escuchaba, su cuerpo estaba estático y su corazón cada vez más roto con cada embestida.
Su instinto le gritaba que se fuera, que los dejara, que se ocultara para que siguiera ahogándose en llanto como cada noche, porque sí… sabía de los rumores que corrían por el castillo, ella misma se había dado cuenta de las atenciones que Declan tenía para con Leyra, su protegida.
Pero su lugar estaba intacto y eso… le daba una esperanza de poder llevar su relación al siguiente nivel.
~ No más, ya no más~ escuchó por el enlace mental a Carola, su loba.
Beca tragó saliva, no iba a ser la misma de antes.
— ¡Declan! — dijo en voz alta pero controlando la rabia.
Pero a pesar de saberse interrumpidos, de saberse observados, Declan no dejó de envestir una y otra vez a Leyra, como si quisiera partirla en dos.
Beca era rotundamente ignorada, frente a ella el cuerpo desnudo de ambos se mecía ante el acto más antiguo e instintivo de su raza.
Beca observaba que Leyra tenía sus pechos bamboleando al ritmo de las penetraciones del Alfa, hasta que en medio del clímax, del placer que consumía a ese par, Leyra giró su rostro para conectar su mirada con la de Beca y sonreír completamente extasiada.
“Mira ésto es lo que él te niega, para entregármelo a mí” decían sus ojos.
— ¡Ahhhhh!— grito mirándola a los ojos. Riéndose del patético intento de Beca por atraer a su macho.
— ¡Declan! — Gritó Beca más fuerte que el jadeo de esa mujer, con más ímpetu.
En ese momento, después de sentirse saciado, el alfa giró su rostro, pero la dureza y la falta de empatía, así como la frialdad con la que siempre la veía desde ese maldito día le recorrió el alma.
— ¿Qué haces aquí?— reclamó Declan, como si no fuera él quien tenía su pene en medio de las carnes de otra mujer, traicionando su enlace divino— ¡no tienes ningún negocio aquí! ¡Lárgate! lárgate a tu habitación— susurro él de forma amenazante.
Carola, la loba de Beca por instinto, bajaba la cabeza… el hocico, ocultando su fuerza y su presencia y a pesar que Beca sentía que debía hacer lo mismo, la necesidad de luchar una última vez por el enlace bendecido por la Diosa Luna la mantuvo firme en su lugar.
— Hoy es nuestra luna quinientos…— declaró ella con una paciencia y un autocontrol que ni ella misma podía creer que tuviera aunque sus manos seguían temblando de impotencia — desde nuestro enlace, han pasado quinientas lunas Declan, quería sorprenderte…— se detuvo un instante para mantener su autocontrol,— quería reiniciar nuestro enlace, ser una pareja de verdad ante…
— Tú y yo no somos nada— dice Declan al mismo tiempo que embiste una vez más a Leyra sacándole un jadeo lleno de placer.
Placer que ella no contiene en su garganta, sino que lo suelta en un grito.
— De no ser por el consejo de manada — declara Declan al mismo tiempo que embiste de nuevo a Leyra.
Cada jadeo era una puñalada al corazón de Beca porque en cuanto sus lobos se habían reconocido, un amor casi asfixiante había nacido en ella.
— Tú…— otra embestida.
Declan estaba dejando claro que no le importaba haber sido descubierto, él no iba a detenerse solo por tenerla presente.
— No serías…— otra embestida, otro empuje sacando un grito lleno de lujuria de Leyra.
— La luna de esta manada.
Beca hizo dos puños sus manos, ahogándose en el dolor, aferrada a su última esperanza, porque si no sería por las buenas... Sería por las malas.
— La luna de esta manada soy yo— declara Beca — quieras o no quieras Declan— el tono de voz tan sereno y autoritario hizo que el rostro confiado del alfa cambiara.
— Eres lo que eres por mí— declaro él apretando las quijadas, era tanto el odio que sentía en este momento que llegó a olvidarse que estaba dentro de los pliegues de Leyra.
Beca levanta el rostro con el poco orgullo que le quedaba, al presenciar esta escena.
— ¡Soy lo que soy por designio divino de la Diosa Luna! no por ti…
Las palabras de Beca calaron en lo más profundo de Alfa Declan porque solo le confirmaban algo que tenía más que claro.
Él no podía controlar su destino.
—Tú mismo lo has dicho— declaró Beca sintiéndose cada vez más poderosa, sintiéndose cada vez más segura de sí misma.
El ambiente en la habitación había cambiado y ella sentía que las paredes ya no eran tan grandes ni intimidantes como antes.
Porque finalmente había descubierto una verdad que siempre había estado frente su cara.
Ella era la luna de la manada Sangre Lunar quisieran o no, ella tenía poder.
En ese momento Declan saca su pene de Leyra y se acerca desnudo inundando con su olor sensual y cautivador los sentidos de Beca.
En ese instante, ella comenzó a tragar saliva y su loba comenzó a ponerse en celo.
Porque por más furiosa que estuviera, las hormonas de Declan siempre la hacían ceder, era parte de la pertenencia a su enlace.
— ¿Esto es lo que quieres?— Dijo Declan tomando su enorme miembro hinchado y venoso con sus manos a pesar de haber tenido un orgasmo recién, estaba listo para continuar con otra lucha.
Ella bajó la vista y se encontró con él moviendo una y otra vez su mano provocando una excitación en ella que no podía detener.
Beca salió de su trance carraspeando y levantó la mirada para enfocarla en él… su rostro.
— Te quiero completo —declaró ella segura tratando de ignorar esa esencia tan extraña que estaba sobre su cuerpo, el olor de Leyra— quiero tu cuerpo, tu mente, tu alma y tu corazón.
En ese instante una risa sarcástica del alfa inundó habitación por completo.
— De todo lo que mencionaste… de tu larga lista, solo esto es lo que tendrás— declaró el alfa manteniendo cada vez más cerca de ella su miembro.— Y no tendrás que esperar a ver si así te ubicas.
Declan la tomó entre sus manos para levantarla, y llevarla cargando hasta su habitación, en medio de gritos, quejas y golpes de parte de Beca.
Lo último que ella alcanza a ver es una sonrisa de Leyra que se despide de ella de forma burlona.