Beca es arrojada a la cama en cuanto Alfa Declan pasa por el marco de la puerta de su habitación.
— ¡Desnúdate! — Ordena el alfa al mismo tiempo que la recorre con la mirada— Te daré eso por lo que tanto ruegas.— El cuerpo fibroso y fuerte se cortaba a contraluz.
— No— dice ella recelosa— No quiero que me toques, hueles a ella, ¡acabas de estar entre sus piernas no te quiero sobre mí!
Declan se arroja sobre ella, dejándola encerrada entre sus brazos, ignorando lo que acababa de decirle.
Ambos estaban con la respiración en el rostro del otro, y Beca se estaba embriagando con el dulce olor de su esencia.
El ambiente estaba tenso, y Beca estaba luchando entre su razón y su corazón.
“Por favor resiste Beca… es que huele tan delicioso… tal vez esta vez descubra ese lazo que nos une…” Se decía ella misma “No estés a su disposición… ya fueron suficientes oportunidades… no merece una más…”
En ese momento ella siente cómo la mano de Declan comienza a acariciarla despertando sus instintos, más básicos.
Beca cerró los ojos.
~ No puedo~ Decía Carola ~ No puedo detenerme~ aullaba cediendo ante el deseo, el olor del lobo de Declan era un afrodisiaco que siempre la hacía caer.
Beca no quería dejarse llevar y coloca su mano en la de él para detenerlo.
—No… lo… hagas… — Dice ella entre jadeos, con el rostro sonrojado, sus ojos ya se habían dilatado ante la excitación— No quiero solo sexo, quiero que seamos una pareja Declan, quiero que la bendición de la Diosa Luna bañe nuestra manada, solo acéptame…— Suplicó ella con la vista borrosa ante las lágrimas que estaba conteniendo a pesar de su razón que le gritaba que se rindiera… debía intentarlo, ésta era su última oportunidad.
En ese momento el gruñido del alfa para el apareamiento hizo eco en las paredes.
Sin consideración alguna el alfa la giró para ponerla en cuatro y embestirla insertando su grueso y duro falo de lleno sin aviso alguno.
Comenzó a embestir una y otra vez, incluso a pesar de que Beca no quería aceptarlo, su cuerpo y su alma se postraban ante sus pies.
El placer que llegaba de la conexión de ambos lobos por la bendición de la diosa Luna era una fuerza tan monumental que su raciocinio simplemente era ahogado en la pasión que la consumía.
— Esto sería maravilloso— jadeó ella— si decidieras hacer lo correcto.
Cada uno de los envites, cada una de las penetraciones… de los bombeos de Declan, eran un empujón más para ella, para hacerla llegar al éxtasis.
Un instante justo antes de llegar al clímax Declan deja de moverse y saca su polla de ella.
— ¿Lo ves?— dijo él con la voz plagada de sorna— siento tu placer, siento como aprietas mi polla una y otra vez deseando vaciar mis pelotas.
Beca se quedó con el cuerpo tenso ante la frustración de quedarse a solo un paso.
— Te negaré el clímax— declaró el alfa con una sonrisa de autosuficiencia— que el dolor sea tu castigo, debes aprender cuál es tu lugar y aquí eres poco más que nada.
Ella gira su cabeza para enfrentarlo, a pesar de sentirse completamente expuesta y sobajada no se daría por vencida.
— Soy la luna de la manada— declaró Beca manteniéndose firme a pesar del dolor intenso que acalambraba su vientre por la falta de orgasmo, por lo tanto no había conexión entre ellos.
En ese punto, el placer había sido secundario, era una necesidad primaria llegar al clímax para descargar todas las hormonas que tenía en su cuerpo, las mismas de su lado animal.
— Tendrás que aprender— declaró el alfa acariciando la espalda de Beca sutilmente.
— Duele— jadeó Beca, un calambre demasiado fuerte como para mantenerse en la misma posición la recorre se deja caer en el colchón hecha un ovillo— duele demasiado.
Odiaba tener que pedirlo, odiaba tener que suplicar pero ya que había comenzado tenía que terminar, tenía que aparearse aunque no desearan procrear.
— ¡Aaaghhh!
Beca apretó los dientes ante el dolor intenso que la recorrió al sentir el jalón tan fuerte que Declan había dado a su cabeza envolviendo su largo y castaño cabello en su muñeca.
Las miradas de ambos se conectaron y el desprecio que miró en él fue una llamarada que quemó los cimientos de ese amor que tanto había venerado.
— Tú eres la prueba de que no soy libre, tú eres solamente un error, un error de la Diosa Luna— dijo con rencor, odio y una furia desmedida.— y pienso corregirlo.
Después de eso el alfa se va dejándola sola y completamente frustrada.
Beca se quedó en la cama, abrazando sus piernas, inundada en el dolor de haber sido rechazada de nuevo.
Ella llora hasta que ya no puede mas y cerró los ojos para perderse de la realidad tan aberrante que la rodeaba.
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Poco más de dos años atrás cuando beca apenas tenía dieciocho años recién cumplidos iba corriendo en busca de Julen ambas estaban emocionadas, esa luna llena finalmente despertarían sus lobas, sus compañeras por el resto de sus vidas.
En ese momento alguien la toma por la espalda y la rodea con sus brazos.
— ¡Beca, Beca!— Julen dice emocionada en su espalda— finalmente conoceremos a esas lobas, poderosas, fuertes y aguerridas, esas que serán nuestras compañeras guerreras para la eternidad.
Julen estaba desesperada por tener edad suficiente para despertar a su loba y ser de las primeras en entrar al entrenamiento de guerreros de la manada Sangre Lunar, en cambio Beca estaba emocionada por un motivo completamente distinto.
Mientras Julen quería guerra, luchas y aventuras ella solo pensaba que finalmente tendría la oportunidad de buscar esa otra mitad que la Diosa Luna le había seleccionado, no cualquiera tenía la oportunidad de tener a su mate destinado pero ella lucharía hasta el fin de sus tiempos, hasta la última de sus respiraciones para encontrarlo y ser feliz a su lado.
No sabía lo que ese pensamiento le costaría en dolor y lagrimas.
Después de unos cuantos juegos entre la maleza y arboles frondosos ambas chicas corrieron en dirección de una explanada para después de colocarse justo debajo de un arco a un costado del castillo donde los jóvenes integrantes de la manada iban a recibir la luz de la luna filtrada para despertar a su lobo interior.
En el momento en que sintió la presencia de su loba, Beca no tuvo oportunidad siquiera de adaptarse a esa compañía que tanto había necesitado cuando un rugido desesperado y profundo inundó el ambiente.
Todos los integrantes de la manada se quedaron en silencio tenso, ese rugido de parte del poderoso, fuerte y bravío Alfa solo significaba que algo grande había sucedido.
— ¡Eres tú!— resonó una voz fuerte y sensual en la cabeza de Beca dejándola completamente encantada ante la reacción inmediata de su loba al reconocerlo.