Eran las cinco y media y Enzo aún esperaba abajo en el auto, cuando decidió decirle a su chofer que lo esperara, y que demoraría al menos cinco minutos en regresar.
Caminó por toda la planta de diseño de Antonella, y se metió en el ascensor privado para llegar al tercer piso, donde sabía podía encontrar a Gianna.
Había mucho personal ir de aquí para allá como si apenas comenzaran su jornada, y se adentró hasta el ala de Antonella, donde la encontró a esa chica contestando llamadas.
Pudo notar como sus ojos claros se agrandaron cuando lo vio de pie frente a ella, y luego la escuchó decir:
—Te llamaré luego… pero, por favor… que ella tenga los bocetos hoy mismo, así sean las doce de la noche… —dejó caer el auricular y colgó el teléfono sin quitarle la mirada—. Señor… lamento la tardanza… he tenido algunas complicaciones…
—Déjalo para mañana…
—Pero…
—No hay peros, toma tus cosas, y vámonos… —Gianna abrió su boca para refutar, pero ante su mirada seria, decidió no discutir. Si alguna cosa