Antonella encendió unas velas en el comedor principal, y despidió a todo su personal para así tener un tiempo a solas con Enzo.
Comprobó la hora, y supo que estaba retrasado, así que buscó su móvil para llamar rápidamente, mientras acomodaba su vestido y se sentaba.
Iba a pretender celebrar este momento, pero también utilizaría el evento para tener un tiempo importante con él.
Los tonos de la llamada sonaron por largo rato, hasta que el contestador caía, y ella observó el teléfono con curiosidad.
—¿Dónde estás, Enzo?
—Aquí… —ella dio salto girándose de forma rápida, y se puso de pie, cuando vio el aspecto cansado en su marido.
—¿Qué ocurre?
Enzo caminó lento, y luego detalló la mesa.
—¿Qué celebramos?
—El embarazo… lo que tanto deseaste… —dijo en tono irónico, entre tanto el hombre frunció una mueca disfrazada de sonrisa, y luego se sentó.
—¿Lo que tanto deseé? Entonces, ¿no haces parte de esto? —los hombros de Antonella se tensaron, pero supo que él no estaba pensando lo mismo que el