Mundo de ficçãoIniciar sessãoLa serenidad que Kenai solía irradiar parecía haber sido reemplazada por una confusión tan profunda que era casi palpable. Su respiración se volvió más pesada, y por un instante no supo a dónde llevar su mirada: primero a mis ojos, luego al suelo, después al cielo nocturno que apenas lograba colarse por las ventanas.
—Me he dado cuenta de que te he malinterpretado —quise dejar las cosas claras con él—. Es verdad que mi abuela te puso a averiguar quién es mi verdadero papá; sin embargo, tú me has estado cuidando siempre. Perdón, padre Kenai, por lo mal que te he tratado. —Hijo, tienes todos los motivos para sentir que traicioné tu confianza, porque lo hice, lo hice; por favor, discúlpame —dijo para mi sorpresa—. Sin embargo, después me arrepentí y no le iba a hacer daño a tu Sol; solo tomaría u






