Los ladrillos de Dany me despertaron, yo me levanté rápidamente de la cama y corrí al baño, ayer se me había olvidado sacar a Dany, ¡Dios mío! Era una madre horrible!
— Mi amor! perdóname — Dany se tiró al suelo dejado expuesta su pancita, yo me agache se la rasque un poco.
— Perdóname, esto no volverá a pasar —
Lo cargue y salí del baño con el en brazos, Mariano me miró y nego con la cabeza.
— tienes mal acostumbrado a ese animal — Me regaño Mariano caminando a mi.
— Lo deje en el baño toda la noche, pobrecito —
Me sentía culpable por haber hecho tal cosa, y todo por andar de pervertida.
— Eso lo hará un perro más fuerte —
Puse los ojos en blanco y me fui a la cocina.
— Es un perro Karina, no un niño —
Yo me di la vuelta para mirarlo.
— ¿eso también aplica para ti? — Le pregunté.
— Yo no soy un perro — Me contestó con una sonrisa.
— ¡Tampoco un niño! — Mariano me quito a Dany de las manos y lo puso en el suelo.
— Eso es cierto, pero yo si que puedo hacerte uno —
No me iba a reír