Me miró desde la puerta de su coche, sonriendo como si estuviese feliz de verme. Yo no estaba nada feliz de verlo.
—Suzy, te ves hermosa embarazada —agregó—. Seguro serás una gran mamá.
No entendí su amable actitud al principio, pero después vi la puerta del copiloto abrirse y del interior salió mi amiga Nora.
—¡Suzy! —exclamó dirigiéndose a mí y abrazándome con alegría—. ¡Perdóname, no hemos podido vernos en mucho tiempo!
Algo confusa, yo también la abracé, pero continué mirando a Israel, parado detrás de ella, junto a su coche. ¿Estaba allí para amenazarme de nuevo?
—Chicas, porque no vamos por un trago y charlamos un rato —propuso extendiendo su sonrisa y acercándose a nosotras—. Hace tiempo que no te veíamos, Suzy, sería una pena no divertirnos.
Nora se alejó de mí y también sonrió, emocionada ante la idea.
—Suena genial, ¿no, Suzy?
Yo hice una mueca y miré en torno, rogando para que el señor Bastián apareciera. ¿Por qué aun no iba por mí? Lo necesitaba. Había dich