En ese mismo instante, Sofía vio que Mariela estaba tomando el sol en la piscina y se le acercó, con la esperanza de que pudiera ayudarla con alguna idea para volver a entrar en la casa de Felipe. Pero desde que Mariela estaba saliendo con su hermano, parecía que ya no quería ayudarla más.

Cada vez que Sofía la buscaba para que pensaran juntas en algo, Mariela solo respondía que no se le ocurría ninguna idea por el momento.

—Mariela, por favor, ayúdame una vez más… solo una última idea —suplicó Sofía.

Pero Mariela, que ya había decidido alejarse del problema y no involucrarse más, le contestó con frialdad:

—Lo siento, Sofí… no se me ocurre nada por el momento. Ahora te toca a ti buscar la forma de entrar a esa mansión por tus propios medios.

Justo en ese momento salió Santiago y, al notar el ambiente tenso, preguntó:

—¿Por qué esas caras largas? ¿Están discutiendo por algo?

Mariela, que se había prometido no ocultarle nada a Santiago, le contó lo que Sofía le había pedido. Él miró a s