Enseguida, Felipe le respondió con calma:

—No te preocupes. Si ni siquiera me lo has contado a mí todavía, ¿por qué habría de contárselo a alguien más?

Luego, tras una breve pausa, añadió con sinceridad:

—Si no hubiera sido por tu trauma… yo aún no sabría nada.

Ella le dijo:

—No es que no quiera decirte nada… solo que necesito que se termine el tiempo para poder contarte todo sobre quién soy en realidad.

Hizo una breve pausa, respiró hondo y agregó, casi en un susurro:

—Sin que se termine el tiempo que me debes… no te puedo decir más, además:

—Ya te he dicho mucho de lo que debía decir antes de que termine mi penitencia.

Y casi en un susurro, como temiendo que alguien más pudiera oírla, volvió a decir: —Si Cinthia o Vero se enteran… me matarían, o me harían pagar un castigo peor.

Felipe le dijo, con incredulidad:

—¿Me estás queriendo decir que, si me cuentas por qué, entraste a trabajar en mi casa como una sirvienta, o algo sobre tu vida… tus amigas te castigarían peor?

Y luego, con u