Capítulo 109. Una excusa
Sofía seguía apretando sus puños con fuerza y sus dientes castañeteada de la ira. Sinceramente, ella no le miraba nada bueno a Anna para que su hijo la quisiera tanto y en tan poco tiempo. Además, aquella mujer era una simple y mugrosa sirviente. Cualquier niño estaría orgulloso de tener una madre como ella, como era posible que su propio hijo no la quisiera.
Mariana continuó hablando con el niño para después preguntarle: ¿qué te parece si hacemos que tu madre se siente junto a nosotros?
Andrés se volvió a quedar callado, entonces Mariana argumentó: sería bueno que ella se sentara cerca de ti y así le puedas preguntar todo lo que has querido preguntarle desde hace mucho tiempo, ¿lo recuerdas? Además, ahora tendrías dos madres.
El niño, con su cabeza llena de sabiduría, dijo: yo no tengo nada que preguntarle, porque desde que te conocí me respondiste todas mis dudas.
Mariana dijo: cierto e iba a seguir hablando; sin embargo, el niño la interrumpió diciéndole, pero si ella quiere esta