Capítulo 27. Ejércitos malditos
Efrén, al escuchar aquellas palabras, recordó que Germán había despertado al ejército de los gigantes con la sangre de un descendiente de los elfos magos. Entonces pensó que, si él también lograba obtener esa sangre, podría despertar al rey vampiro y así asegurar su victoria. Sin embargo, enseguida recordó por qué había desistido antes de no hacer trato con la estirpe de los vampiros, ya que sabía que aquel rey, una vez despierto, de seguro lo traicionaría para hacerse con el poder, y eso no le convenía, pues el linaje de los vampiros era, por naturaleza, demasiado fuerte, y deshacerse de ellos resultaba un verdadero problema, dado que esos seres gozaban de la inmortalidad. Además, tenían la habilidad de convertir humanos en vampiros casi de la nada, lo que les permitiría levantar un ejército mucho más grande que el que él poseía en ese momento. Definitivamente, aliarse con los vampiros era una pésima idea.
Por esa razón, su ambición debía ir en otra dirección y la mejor manera que se