Ireri había hablado con Inari avisando de la llegada de Sebastián y compañía.
Hisoka salió del portal que cubría a toda la aldea y les dejó entrar hasta llevarlos en la casa de la Alfa Inari.
—Es por aquí.
Les indicó el lugar a donde tenían que ir, señaló con su mano una enorme casa que se veía antigua y rara para sus gustos.
El techo era triangular, con una arquitectura diferente a lo acostumbrado, la altura de las casitas era baja.
Pese a lo raro o diferente que era a sus ojos, se veía hermoso.
Sebastián no estaba seguro si era por la hermosa nieve que lo rodeaba, o por los hermosos árboles blancos.
Parecía un pueblo de fantasía, le recordaba a su mundo.
Entraron en la casa, pero antes se quitaron los zapatos y se quedaron sólo con los calcetines.
Al entrar vieron a Inari sent