GRAVE PELIGRO.
Ella frunció el ceño, ignorando por completo a Sebastián.
Eva prosiguió con lo que tenía en mente al ver que los guardias que había llamado habían llegado.
—Saquen a la señorita Rojo, y queda estrictamente prohibido que acceda al palacio mientras mi hijo viva aquí. Ha quedado claro?
Los guardias asintieron, pese a que Rubí venía de una buena familia, le tenían muchísimo miedo. Sólo un necio provocaría la ira de Eva.
Ellos se acercaron a Rubí, y la agarraron a la fuerza.
—Suéltenme...no se atrevan a tocarme o se lo diré a mi padre.
Ella forcejeaba con los guardias para que la soltaran, les pateaba y gritaba como loca.
Los gritos de Rubí disminuyeron a medida que se alejaban, hasta que dejaron de oírla.
Alfred dejó a Eva y a Sebastián a solas y fue a la cocina para que le trajeran la comida a Sam.
—Qué te hizo Rubí?.
Sólo con recordar las palabras de Rubí el rostro de Eva oscurecía, y sus ojos se volvían rojos de ira.
Desvió su mirada con una cara de enojo que no era capaz de