Mundo ficciónIniciar sesiónLa mención de ese nombre es suficiente para hacerme sentir como si el aire a mi alrededor se enfriara en cuestión de segundos. Mi corazón da un vuelco violento en mi pecho y, de pronto, el bullicio del bar se apaga por completo en mi cabeza. Trago saliva y mis dedos, temblorosos, se aferran al borde de la mesa, intentando encontrar algún sostén entre todo este caos.
El miedo llega, rápido y sin avisar, como siempre que Horacio reaparece en mi vida, aunque sea solo en una conversación. Él siempre encuentra la manera de colarse en mis pensamientos, en mis pesadillas. Es como una sombra que no puedo sacudirme, por más que lo intente.—Serrí, no digas eso ni en broma —digo, apretando los dientes mientras intento que mi voz no tiemble, aunque el temblor en mis manos me delata. Mi respiración se agita, pero trato de disimularlo—. ¡Definitivamente un hombre! Fue como chocar con un






