—¿Mi familia?, ¿mi madre? Estás equivocada, Patricia, mi madre es Lucrecia, tú no tienes hijas. Con razón nos trataste como mercancías—. Ella volteó a ver a Lucrecia con mirada amenazante, mientras Ignacia y Mariana no entendían a qué se refería Irina cuando dijo que su madre no tenía hijas.

—No te dejes engañar por esta criada que lo que busca es ponerte en nuestra contra—, le restregó ella a Irina con irritación, y a Irina le causaba coraje ver el descaro que tenía esa mujer al querer seguir ensuciando la imagen de Lucrecia, denigrándola para sentirse más importante.

—Es que no ha sido ella quien me dio la espalda cuando Miguel me maltrataba. Y deja de blasfemar en contra de mi madre, porque si aquí hay alguien engañoso, esa eres tú. Te conozco, Patricia, y también sé que no eres la madre de ninguna de nosotras—. Irina miró a Ignacia y a Mariana, sintió que sus hermanas, al igual que ella, debían despertar de ese mundo de mentiras que habían creado Patricia y su padre para ellas, as