CAPÍTULO 79. Incredulidad.
Narrador.
Orlando miraba a Irina entregar el cheque en administración del hospital y estaba a su lado, escuchando todo con incredulidad, sintiendo que fue un idiota al decirle tantas palabras feas. Al contrario de lo que su mente macabra pensó, ella estaba haciendo un acto benévolo.
«¿Por qué nunca me dice las cosas?», reflexionó, triste, porque ella aún no es capaz de abrirse con él.
—Firme aquí, por favor —le pidió la secretaria a Irina, mientras rellenaba todos los documentos necesarios para la operación de María, sin importar que su mentira fuera descubierta y se supiera que, en realidad, no es su hija.
—¿Cuánto tiempo tardarán en realizarle la cirugía? —preguntó Irina con genuina preocupación.
—Señorita Cruz, esa información se la dará el médico de su madre.
Orlando arrugó el entrecejo.
Tras salir de esa oficina, Irina fue al consultorio del doctor, quien le informó que ya estaba procediendo con el pedido al banco de órganos.
Agotada y débil, se permitió sentarse en una banqueta