Capítulo 97. Mal presentimiento.
Amy Espinoza.
Los últimos acordes todavía flotaban en el aire cuando solté la guitarra. El salón entero estaba de pie, palmeando con un entusiasmo que me envolvía como un abrazo enorme. El murmullo de aplausos se sentía en el pecho, como si el corazón del público latiera con el mío.
Busqué a Max entre la multitud. No tuve que mirar mucho, estaba ahí, de pie, con esa media sonrisa orgullosa que me hacía sentir que el mundo se encogía solo para los dos.
Me sentía flotando, los invitados comenzaron a acercarse mientras me ofrecían felicitaciones y copas de vino. Mi corazón golpeaba con furia en mi pecho, y es que me parecía increíble que hubiese cantado y sobre todo que el público me haya aceptado.
Ese era uno de los mejores días de mi vida, no sentía el peso de los tacones ni el calor de las luces. Todo era una nube brillante de rostros y voces. Cuando llegué a Maximiliano, no pude esperar, me lancé a sus brazos emocionada.
Max me recibió sin una sola vacilación, fuerte y seguro, como s