Capítulo 229. El corazón chiquitito.
Maximiliano Delacroix
Salí de la mansión cuando el reloj marcaba casi la una de la tarde. Amy se había ido a hacer las grabaciones de su segundo disco, tenía prevista una gira por el país para el mes venidero. Solo esperábamos que ya para ese entonces estuviera resuelto la situación con los Velasco.
El aire olía a tierra húmeda y esa sensación de espera que había en el ambiente, era casi palpable.
Me apoyé un segundo en la camioneta, solo para sentir el metal firme debajo de la mano. A veces, ese era el único recordatorio de que la vida seguía: el tacto de algo sólido en medio del caos.
Uno de mi guardaespaldas salió detrás de mí, ajustando su chaleco antibalas.
—Señor, ¿quiere que lo acompañe? —preguntó.
Negué sin pensarlo.
—Necesito que vayas a la cabaña donde están Adrián y Pandora para que los protejas. Hasta que no arresten a Velasco, puede hacer cualquier cosa. No los vayas a perder la vista.
El escolta asintió, serio.
—Entendido, señor.
Cerré la puerta de la camioneta, puse el