Capítulo 226. Los enemigos están desesperados.
POV Maximiliano Delacroix
Salí de la cabaña en una de las camionetas, dejando a Adrián, Pandora, Alejandro y dos guardaespaldas en la cabaña de los Velasco.
El camino de vuelta a la mansión fue corto, pero se sintió eterno.
La camioneta avanzaba con las luces bajas, casi escondiéndose de la madrugada. El chofer conducía sin hablar, concentrado, con esa expresión rígida que tenía cuando estaba haciendo cálculos en su cabeza. Yo iba en el asiento trasero, con el celular en la mano, sin mirar la pantalla.
No quería mensajes. No quería llamadas. Lo único que necesitaba era silencio para pensar.
Pandora estaba a salvo, temblando, nerviosa, pero viva, y Adrián se quedó con ella. No había mejor lugar donde pudiera estar. No como estaba todo allí afuera, lleno de ojos y manos queriendo atraparla.
Respiré hondo. Tenía el cuerpo cansado, pero la cabeza despierta. En este juego, dormir era un lujo. Y yo ya no vivía de lujos: vivía de guerra.
Cuando por fin entramos a la propiedad, vi algo que no