Capítulo 132. Una decisión dolorosa.
Maximiliano Delacroix
Me quedé viéndola subir, sin entender su actitud hacia mí.
Esperé por unos minutos y decidí seguirla. Cuando llegué a la habitación, escuché el sonido antes de entender lo que pasaba.
Primero un golpe seco, después el agua corriendo… y luego, su voz ahogada, el ruido inconfundible de las arcadas.
Mi cuerpo se tensó.
Toqué la puerta con los nudillos, apenas.
—¿Amy? —pregunté en voz baja—. ¿Estás bien?
Nada.
Solo el agua y ese sonido que me partía por dentro.
No sabía si entrar, si quedarme, si romper la puerta o quedarme quieto.
No sabía nada.
Solo supe que ella lloraba, o al menos eso creí.
Y el pensamiento me atravesó como una bala: ¿está llorando por él?
El silencio después del vómito fue peor que el ruido.
Escuché cómo respiraba, entrecortado.
Y entonces sentí una mezcla que no supe distinguir: miedo, rabia, impotencia.
No podía ayudarla si no quería que lo hiciera.
No podía acercarme sin romper algo más.
Apoyé la frente en la madera por un segundo.
—Amy… —sus