CAPÍTULO 47 INSEGURIDADES.
INSEGURIDADES…
Alana pasó un trago con fuerza y miró el brillo de la mirada de Ruchina que solo le recordaba la amenaza. Esa mujer que no parecía tener miedo a nada ni a nadie. Cada palabra dicha, cada insinuación venenosa, había dejado su huella, y aunque Alana no quería admitirlo, sentía una punzada de duda que nunca había sentido.
El aire de la habitación estaba cargado de tensión, y su respiración era pesada, como si algo la estuviera oprimiendo desde dentro. ¿Pero qué podía hacer? ¿Confiar en Ángelo? ¿Cómo? Él también iba por su familia, y en algún punto, la desecharía cuando ella no le sirviera a su propósito.
Alana sintió un escozor en los ojos. ¿Qué iba a decirle? ¿Defender a su familia? Ángelo se le reiría en la cara, y por más de que sus sentimientos por él estuvieran emergiendo, no podía pensar que Ángelo Denaro, pensaba lo mismo que ella.
—Alana… —ella escuchó la voz como una advertencia, y miró a Ángelo alzando la barbilla.
La habitación parecía encogerse con su presencia.