54. Un veneno y su cura
—Esto es…¡Esto es ilegal! ¡¿Qué fue lo que le hicieron!? —ruge Azucena descomedida en el descontrol del horror—. ¡¿Qué lo que le hicieron?!
—El sospechoso se resistió, golpeó a un policía. No se recibe bien a quienes creen que tienen autoridad sobre la nuestra —el oficial al mando permanece quieto, mirándola con la misma indiferencia.
—Abra la puerta. ¡Ahora! —exige Azucena rabiosa, al borde de las lágrimas—. ¡Lo voy a acabar por lo que le ha hecho!
—10 minutos —el oficial responde—. Sólo 10 minutos, señora. No exija nada más o me encargaré que también entre en una celda por difamación, desorden.
—¿Cómo se atreve? —Azucena no logra convencer al oficial por más que le exija, sin importándole mínimo lo que ella pide. Se vuelve hacia la celda, con lágrimas en los ojos—. Rafael —Azucena clama—. Por favor, dime algo.
—¿Qué haces aquí…?
La voz ronca de Rafael resuena en la celda. Sigue en suelo tensando la mandíbula. Ya puede verlo mejor. Ahí está él, golpeado en rostro, moreteado. Alguno d