52. Recuerdos iluminados
—¿Quién es usted? —Gerardo pregunta.
—Es la asistente de Rafael…—Azucena carraspea, en la búsqueda de controlar lo sentido. Cada rincón de su corazón está ofuscado, herido. Está tan rígida como sus pensamientos—. No sé si pueda hablar en estos momentos, Marlene…
—Pero, ¿Qué sucedió? —Marlene con los ojos asustados se acerca a ella—. Acabo de ver una patrulla. ¿Qué fue lo qué pasó?
—No creo que sea el mejor momento para entablar una conversación —Gerardo se interpone entre Azucena y Marlene—. Si quiere hablar con Azucena tendrá que esperar. No tenemos mucho tiempo. Llamaré a Altagracia —Gerardo se dirige directamente a su cuñada—. Te llevaré adentro.
—Necesito ir ahora a la ciudad. No puedo dejarlo solo-
—Ahora lo único que podemos conseguir es una fácil negación —Gerardo la carga entre sus brazos—. Llamaré a Altagracia.
—¿El señor Montesinos? —Marlene exclama, impresionada. No escucha las palabras de Gerardo porque los sigue a los dos a la casa.
Gerardo deja a Azucena en el suelo, en