Una hora después, apenas entré a mi oficina y estuve frente a Alex, le di un puñetazo en el hombro izquierdo.
― ¡Ouch! Pero, ¿Y a ti qué te pasa? ―Preguntó sobándose.
―Aléjate de ella ¿Me oyes? ¡Aléjate! ―Exclamé agitando el índice frente a su cara, como si fuese un niño siendo regañado.
― ¡Por el amor a Dios, Mark! ¿De qué hablas?