Hombres De Manhattan #1 Once años han pasado desde que la viera por última vez. Hoy en día, Mark Sanders es un hombre exitoso. Casi nada quedó del chico gordo y torpe que una vez fue en su adolescencia. Ahora, siendo un afamado y adinerado ejecutivo y magnate inmobiliario, y con amigos poderosos, podría tener a la mujer que quisiera con el chasquear de sus dedos. Sólo hay un problema: ninguna de esas mujeres es Olivia. Ninguna de ellas ha podido hacerle olvidar su amor por la mujer que le hirió tan profundamente en el pasado, ni siquiera su exprometida. Así que, desesperado por sus problemas emocionales e impulsado por su hermano, Mark decide ir una noche al bar de la esquina en busca de alguna mujer que le haga olvidar sus penas. Sólo que la mujer que encuentra ahí, hace precisamente lo contrario. ¿Quién será esta chica que se encargará de poner su mundo de cabeza?
Leer másNos encontrábamos mirándonos incómodamente unos a los otros alrededor de aquella mesa de reuniones.
Ese lunes en específico, nos habíamos reunido para debatir una serie de puntos en lo referente al negocio, y como el CEO de la empresa y representante de la misma, tenía que prescindir los debates que se llevaban a cabo en ese instante.
Por ejemplo, uno de los puntos a discutir ese lunes era la reunión que tendría lugar el día de mañana, con los representantes de la empresa de publicidad que se haría cargo del desarrollo de la campaña publicitaria del nuevo catálogo de vinos que el viñedo de mi hermano Matt, quien se encontraba presente en el grupo, había desarrollado.
Cabe destacar, que mi hermano era nuevo en el área del comercio ya que siempre había utilizado su vino para consumo personal, pero gracias a un inversionista que hace poco había probado su producto ―Yo― le había convencido para que desarrollara tan divino néctar a mayor escala, por supuesto él se había rehusado al principio, alegando que le iba bien con su sueldo como abogado y que, aunque quisiera, no podría dar ese paso tan grande por el costo de tan Magno trabajo que se requería.
Gracias a Dios, él tenía un hermano menor el cual tenía una empresa que se basaba en eso.
Be productive, era una compañía la cual le prestaba apoyo financiero a pequeñas y debutantes marcas con el fin impulsar los productos que la marca deseara explotar.
También financiábamos proyectos que muchos bancos rechazaban por ser insignificantes, y, aunque en realidad, estos tenían razón ya que no ganábamos mucho dinero con estas pequeñas atribuciones, sentía que de esta manera estaba obrando positivamente para la economía de mi país en impulsar debutantes empresas y comercios.
También pensaba que de esta manera Dios me aceptaría con más facilidad en el cielo cuando muriera, pero eso era otro tema.
Por supuesto, no financiábamos cualquier porquería que se nos presentara en las puertas, sino ya estaría en bancarrota. Todos los meses, se elegían entre cinco a seis folders para debatir con la junta directiva de la empresa, los cuales éramos cuatro y nos encontrábamos en ese momento observándonos retadoramente para ver quién se decidía hablar de primero.
Ya el tema del vino de Matt era agua pasada. Todos habíamos votado a favor de mi propuesta de brindarle el apoyo necesario y no es porque yo sea el dueño del 85% de la empresa, no, aunque posiblemente eso hubiese ayudado, pero yo la habría desechado al saber que mis otros socios la verían riesgosa. En ese aspecto, yo sabía aceptar mis errores y olvidar los temas sin entrar en riñas absurdas.
En fin, creo haberme desviado del tema, el objetivo del porqué nos encontrábamos en completo silencio era por el último producto a debatir en la agenda.
―Bueno―pronuncié finalmente después de exactamente diecisiete minutos en silencio, y me levanté de mi asiento― si nadie más va a hablar, creo que me retiraré porque tengo asuntos más importantes que atender que el adjuntarme un voto de silencio.
―Vamos, Mark, siéntate―pronunció Kristopolis Karalakis desde mi izquierda mirándome divertido― Creo que he llegado al meollo del asunto.
―Tanto tú como yo y el resto de la junta lo hemos hecho Kristos―Respondí soltando una vez más los botones de mi saco y sentándome de nuevo―Es una mierda de nombre.
―Así es― contestó Paul aclarándose la garganta―Tal vez si acordáramos una nueva reunión con el cliente, podríamos llegar a convencerlos de que lo cambien.
―Hablé con Andrew antes de reunirnos aquí―Contestó Kristos refiriéndose al cliente―Dijo que el nombre era personal para él y su mujer y que no querían cambiarlo.
Golpeé la mesa con ambas palmas de mis manos haciendo sobresaltar hasta al pobre de mi hermano que nada tenía que ver en el tema pero que se había quedado me imagino que por simple curiosidad.
― !Si aceptamos este proyecto fue porque le vimos potencial! ―Expuse levantándome de nuevo y comenzando a caminar de un lado al otro―Sencillamente no podemos lanzar al mercado un condón con te quiero como nombre―Exclamé exasperado― Si a su mujer le encanta susurrarle esas palabras en el oído cuando tienen sexo, pues que se lo guarden para ellos, pero necesitamos un nombre de envergadura. Si aceptamos hacer negocios con ellos y cerrar el trato antes, fue porque nos pidieron unos días más para pensar el nombre del hijo de puta condón, ¡Me rehúso a poner en vitrinas esa cosa! Solo falta que escojan un empaque rosado con letras fucsia.
―Cálmate, Mark―Habló por fin Kevin― Sabes que no podemos romper contratos, sería una total pérdida de dinero, nos podrían denunciar por incumplimiento. Jamás hemos pasado por algo como eso y no comenzaremos a hacerlo a estas alturas.
―Tengo una idea―todos nos volteamos hacia el dueño de la tímida voz―Tal vez deberían esperar hasta mañana y pedir consejos a los publicistas que van a venir, podrían concertar una reunión tanto con ellos como con el cliente y tal vez, solo tal vez, ellos logren hacerles cambiar de opinión con respecto al nombre, tendrían que hacerles entender que sería un suicidio comercial aún antes de ser lanzado el producto―Aconsejó Matt.
―El problema es, Matt, que no estamos hablando de la misma agencia publicitaria, estos vienen específicamente para hablar de las bodegas Purple Dream, en cambio la agencia escogida para este chiste―Alcé la caja de condones negra aún sin rotular―Vendrá el viernes para cerrar el trato.
Él frunció el ceño.
― ¿Y por qué utilizan distintas agencias? ¿No es mejor trabajar con una fija?
―Si― fue la simple respuesta de Kevin―Pero sucede que aún no hemos quedado conforme con el trabajo de ninguna de ellas, por lo que acordamos utilizar una distinta en cada proyecto, así también impulsamos esas pequeñas empresas que buscan alzar el vuelo pero que no consiguen cuentas importantes para lograrlo.
―Pero no es mala idea lo que plantea tu hermano, Mark― Kristos se levantó también― no hemos cerrado trato con la otra agencia, tal vez deberíamos esperar a mañana, pero eso sí―Todos lo vimos expectantes― Necesitamos reunirnos lo antes posible con el cliente y hacerles cambiar de opinión… Ah, por cierto, ¿Alguno de ustedes ha probado el producto? ―Todos negamos― Pues deberían, así le facilitarían el trabajo a la gente el día de mañana.
― ¿Y eso como ayudaría? ―pregunté confundido.
― ¿Sabes qué se siente al usarlo? ―preguntó alzando una ceja.
― ¿Y es que acaso hay diferencia entre un condón y otro? ― los cuatro hombres que había en la sala me miraron como si hubiese pateado un cachorro.
― ¡Por supuesto que las hay, Mark! ― comentó Matt llegando a mi lado― los hay con textura, súper delgado, retardantes, de sabores, de colores, de...
―En fin, hay muchos―Completó Paul divertido al ver mi consternación― pero creo que Kristos tiene razón, hay que probar el producto y mañana facilitarles información del desempeño de los Te quiero a los publicistas―y con eso tomó de la mesa un paquete de seis unidades― mira qué suerte, estos son surtidos― comentó guiñándome un ojo antes de salir de la sala.
―Tú también deberías tomar unos cuantos, Mark, por lo menos para conocer la diferencia entre uno y otro, nos vemos mañana―Kevin tomó unos cuantos también y se fue.
―Increíble―comenté una vez quedamos solamente Matt y yo en la sala―quedé como un completo ignorante en este asunto.
―Aún sigo sin comprender cómo no sabías que hay más de un tipo de preservativos Mark.
―Sí lo sabía, es solo que siempre compro el mismo pensando que no había diferencia entre ellos―expuse a la defensiva al ver que seguía mirándome como si tuviera dos cabezas.
Él simplemente se acercó a la mesa y tomando tres paquetes negros, me los dejó en la mano.
―Te diré qué vas a hacer―dijo colocándome una mano en el hombro―Esta noche, vas a ir al bar de la esquina y vas a ligarte a un mujerón, la tratarás bonito, le sonreirás, le invitaras unas cuantas copas y si ella te da luz verde, lo cual dudo que no pase al ver la cara que tienes, te la follarás. Aquí no hay ninguno de los regulares aburridos que tu sueles usar, estos son mejores y sé que lo notarás, y las sensaciones que experimentes las contarás mañana en la reunión ¿entendido? es una orden de hermano mayor― completó tratando de ser divertido pero su mirada mostró preocupación.
Sabía que era por mí.
―Sabes que no hago ese tipo de cosas, Matt.
―Si, yo sé que necesariamente debes llevar al menos tres citas con una mujer para pensar en acostarte con ella, Mark, cosa que no comprendo siendo tú un hombre atractivo como lo eres, y te lo dice un hombre casado y con dos hijos que ama y se derrite por su mujer, así que no pienses que me estoy insinuando, pero hablando en serio―Dejó de sonreír nuevamente―Necesitas dejar el pasado atrás―Me golpeó el hombro con gesto serio para luego dejarme solo en la sala con la mirada perdida en las envolturas negras, las cuales me habían hecho pasar la mayor vergüenza de mi vida.
Mentira, dijo una voz en mi cabeza, sabía que esa no había sigo la mayor vergüenza en mi vida, ni siquiera había sentido tal palabra por mi nivel de ignorancia mostrado con el tema de los profilácticos que parecían burlarse desde mi mano.
Eso había sucedido hacía más de diez años y aunque ya no se sentía de la misma manera, sí que seguía doliendo.
Borré mentalmente esos recuerdos con una sacudida de mi cabeza, no quería ir por ahí, pues había aprendido que no me hacía bien el mirar atrás.
Ya no era un niño.
Era un hombre. Un hombre exitoso, profesional, importante y emprendedor, envidiado por los de mi mismo género, y deseado por el sexo femenino.
Pero, ¿y qué con eso? Mi vida se había vuelto un caos desde principio de año. dando un giro de 180 grados, lo que había hecho que me encerrara herméticamente, eso lo sabía y también lo aceptaba, me había convertido en un tipo insociable, el cual había dejado de vivir solo para enfrascarse en el trabajo, pues era lo único que me había hecho olvidar y remitir el dolor que bien sabía, si seguía por ese camino, jamás saldría de mi conmiseración.
Ni siquiera Jessica, mi ex prometida, había podido sacarme del agujero donde me había enterrado y no porque no lo hubiese intentado, más bien todo lo contrario, ella había sido paciente y amable al menos los dos primeros meses, pero al notar que era yo el que no quería ser ayudado, había tirado la toalla y terminado conmigo.
Y no me importó, no me importó en ese momento y ahora me importaba mucho menos. Había decidido dar ese paso por... Ni idea, solo sé que ella un día me había comentado que ya teníamos dos años juntos y una cosa llevó a la otra y al siguiente momento nos encontrábamos en una joyería eligiendo el anillo de compromiso y un año después, había sido abandonado.
Me preguntaron si mi orgullo había sido herido, pero para ser honestos, tanto mi orgullo como mi corazón estaban intactos, no era como si la hubiese amado, sentía especial cariño por ella. Ella desde el primer momento había sido comprensiva, había mostrado mucha inteligencia, y muy competente en su trabajo como gerente en una comercializadora... ¿De qué? Ni idea, ya no recuerdo.
Como tampoco recuerdo la última vez había tenido sexo placentero, de ese que deja la mente en blanco, la respiración agitada, un sentimiento de paz y el cuerpo liviano. Solo sabía que mi prometida me había dejado ocho meses atrás y que yo tenía casi nueve sin sexo.
Solté un suspiro resignado.
Tal vez si debería acatar la orden de mi hermano mayor y llegarme al bar.
Indistintamente de si no tenía deseos de averiguar la calidad, la resistencia, la textura, olor, sabor y quién sabe qué más de los condones que me estaba guardado en el bolsillo trasero de mi pantalón, necesitaba un trago de whisky.
O tal vez una botella entera.
La siguiente entrega de la serie Volverlo A Intentar. ALEX. Sé testigo de cómo Alex Hardy pierde la cabeza con una tierna y muy inocente mujer. ¿Quién diría que el destino de Alex Hardy, se encontraba en una isla desierta del Atlántico? Pero lo descubriría de la manera más increíble, al meterse en los asuntos turbios de Diego Gómez para luego despertar en una remota isla en el medio de la nada, y con una desconocida de aspecto angelical sobre él, mirándolo con extrema curiosidad. Por supuesto, no se trataba de ningún ángel celestial ni nada por el estilo, sino del mismísimo demonio. Por lo que pronto descubriría que tener a Abigail ward a su lado, era sinónimo de peligro con letras mayúsculas.
― ¡Olivia! ― ¡¿Qué?! ― ¿Has visto a Faith? ― ¡Te dije que estuvieras pendiente de ella, Richard Marcus Sanders! ¡Estoy cambiando a Joy! ― ¡Estaba ocupado! ¿Bien? ― ¡Si! ―Prosiguió ella sabiendo que no lo había estado― ¡Candy Crush de seguro ocupó todo de tu tiempo! No pude evitar la mueca de fastidio que mi boca hizo. Tenía una nueva adicción y se trataba de ese estúpido juego, y claro, Olivia lo había descubierto, y ahora cada vez que me distraía con ello o perdía a alguna de las niñas ―o a las dos― ella decía siempre lo mismo: ¡Suelta el teléfono y encuentra a las niñas! Fui habitación por habitación, evitando la de las gemelas, porque ahí se encontraba mi mujer, hasta que un ruido proveniente de la nuestra llamó mi atención. Me asomé silenciosamente a ver con qué me encontraba, pero increíblemente, no había nadie. Me volteé para irme, cuand
―Todavía sigo sin comprender la razón de tu insistencia para traerme a tu asistente conmigo, Mark.―Porque tu asistente está enfermo y la mía no conoce México, Kristos. Por eso.―Sabes que me puedo defender solo en estos asuntos, tu asistente lo único que puede hacer es entorpecer las relaciones de Be productive con esa agencia de viajes.Lo miré molesto por unos instantes.
"Estamos saliendo de la reunión, todo salió perfecto, ¿Quieres venir con nosotros a celebrar?" "Tal vez para la próxima, estoy algo ocupado" "Sigues molesto conmigo?" "Que disfruten" No pude evitar la mueca que se me formó en la cara ante su respuesta. Al parecer si seguía molesto conmigo, y con mucha razón. ― ¿Lo esperamos o no viene? Volteé a ver a Eli, quien estaba a mi lado derecho. Nos encontrábamos de camino a uno de los restaurantes de sushi más exclusivos de la ciudad. Celebraríamos que, a lo ejecutivos deAdidas, les había encantado la presentación. ―No viene―Respondí guardando el teléfono en el bolso. ― ¿Sigue molesto contigo? ―Preguntó Alex desde el asiento delantero de la camioneta. ―No es que quiera hablar contigo―dijo Eli al amigo de Mark― Pero, ¿Por qué está molesto con ella? ¿Acaso no hay una regla que imp
― ¿Y no te has sentido mal?―Ya te dije que no, Mark...―Sé que torciste los ojos―Comentó molesto―No lo hagas, yo solo quiero saber cómo estás.Cubrí el teléfono con la mano y fue cuando pude reírme como quería.―Mi vida―Dije intentando sonar seria―Estoy bien, los bebés están bien, lo único que queremos es que regreses pronto.―No me gusta estar lejos de ustedes―Murmuró con voz apagada.Mi corazón se estrujó en mi pecho al pensarlo tan solo.―Esperemos que pronto puedas regresar―Dije en el mismo tono de voz.El lunes mientras desayunábamos, había recibido una llamada.Su cocinero, el cual unos meses atrás había intentado suicidarse inhalando gas directamente de la estufa, había muerto producto de un paro respiratorio.Él tuvo que deja
―Deja de verlo así―Murmuró Olivia, golpeándome en el hombro.Nos encontrábamos en la consulta del doctorcito y amigo de Olivia.Ella, acostada en la camilla y vistiendo con la respectiva bata azul que le suelen dar a los pacientes, mi lanzaba dagas con los ojos cada vez que yo miraba con odio al doctor que caminaba de un lado al otro mientras daba algunas explicaciones por su teléfono.Tal vez no estaba siendo muy sutil con la idea de que otro hombre estuviese a punto de ver sus partes íntimas.Tomé su mano y la llevé a mi boca, besándole cada uno de sus dedos y deteniéndome en el que llevaba mi anillo de plástico.Uno de estos días sería de oro, o de plata, como ella deseara, y significaría solo una cosa:Matrimonio.―Mark, te estoy hablando.Fijé la vista en mi mujer y caí en cuenta de que había estado so&nti
Último capítulo