Capítulo 80 – Un nombre y un padrino
La mañana en la mansión Montenegro comenzó con un sol radiante que se filtraba a través de las enormes ventanas, iluminando la habitación en la que Isabela aún dormía plácidamente. Gabriel, sin embargo, ya estaba despierto, sentado en un sillón junto a la cuna, con su hijo en brazos.
Lo observaba con admiración, su mirada fija en esa pequeña criatura que, en su mente, era la culminación de todo lo que había deseado: su sangre, su legado. El bebé dormía tranquilo, sin saber que su padre lo miraba con una mezcla de asombro y ternura.
-Eres perfecto -murmuró Gabriel, acariciando la mejilla del pequeño con el pulgar-. Tan perfecto como tu mamá... Pero aún falta algo... necesitas un nombre.
Isabela se movió en la cama, estirándose lentamente y abriendo los ojos. Al ver a Gabriel sosteniendo al bebé con tanta ternura, una sonrisa se dibujó en su rostro. El simple gesto de su esposo sosteniendo a su hijo la llenaba de paz.
-Buenos días -dijo, con la voz t