Capítulo 44 – Sombras en la oscuridad
La noche había caído sobre la mansión de Gabriel Montenegro, sumiendo la casa en una calma inquietante. Fuera de la habitación, el viento susurraba entre los árboles, pero dentro, el silencio era solo una ilusión.
Isabela estaba enredada entre las sábanas, su respiración acelerada, su cuerpo rígido. Las manos se cerraban en puños sobre la tela, y su rostro reflejaba una tormenta interna, una mueca de terror y desesperación. En su mente, las sombras del pasado la perseguían, y su cuerpo respondía a esos demonios invisibles.
-No... -susurró, su voz apenas audible, moviéndose frenéticamente en la cama.
Las imágenes del club la atormentaban con una fuerza aplastante. Las luces cegadoras, las miradas insidiosas que la recorrían, el ruido de la música ahogando sus gritos. Podía sentir las manos de Ricci en su espalda, el dolor punzante de cada golpe, el desprecio por su tatuaje, la marca que la había condenado.
-¡No! -gritó, su cuerpo convulsionando por