MALU - ENTREGADO AL MAFIOSO
MALU - ENTREGADO AL MAFIOSO
Por: Sandra Lima Autora
Capítulo 1

Mi nombre es Maria Luiza Torricelli, hoy a mis veintitrés años tengo una vida que daría envidia a cualquier mujer. Siempre soñé con tener una vida como la de esas personas a las que siempre admiré y me encantaba ver en las portadas de las revistas. ¿Sabes esa familia perfecta delante de los fotógrafos? Pues eso es lo que yo soñaba. Hoy la tengo, pero sólo Dios sabe lo que tuve que pasar para tener esta vida de lujo y riqueza. Pero, ¿crees que lo cambiaría todo y volvería atrás en el tiempo si pudiera?

¿Sabes por qué? Porque antes era feliz... Y como dice el refrán: era feliz sin saberlo.

Pero hoy siempre digo y repito: es mejor llorar sobre sábanas de lino que morir dentro de una choza de tablas.

Hasta los dieciocho años viví en la comunidad de Lins de Vasconcelos, en Río de Janeiro. ¿Me gustaba vivir allí? Puedo responderte ahora mismo que disfruté mucho de aquel lugar, pero hoy lo odio más que a nada en esta tierra.

¿Sabes por qué?

Sencillo... Porque vivir en una comunidad requiere muchos cuidados. Así como hay gente muy buena y trabajadora, también hay malos que hacen lo que sea para salir adelante sin pensarlo dos veces para jodernos la vida. Y uno de ellos son estos malditos traficantes de drogas, por ejemplo.

Son tan jodidos y poderosos que no piensan en otra cosa que no sea satisfacer sus propios deseos. Por supuesto, hay algunos casos raros en los que uno u otro se preocupa por los residentes, pero este bebé es uno entre un millón. La realidad es tensa y muy diferente de lo que vemos en los periódicos y las revistas de cotilleos que me encantaba leer. Y por cierto, por culpa de esta puta revista de famosos acabé confundiendo mucho las cosas y hoy me encuentro aquí, en esta cárcel de lujo que mi digno "maridito" insiste en llamar hogar.

Siempre soñé con tener una buena vida, como una estrella de cine, ¿sabes? Esas bellas mujeres que siempre aparecían junto a las estrellas más codiciadas de este planeta. Fue en una de esas cuando me metí en el mayor lío de mi vida y en el que sigo hoy. Al principio estaba obligado a todo... o lo hacía o me dejaban tirado a los dieciocho años y encima virgen. Inmediatamente pensé:

¡Mierda! Todos moriremos algún día, pero virgen y sin conocer los placeres que un hombre como Vincenzo Torricelli es capaz de ofrecer, era demasiado.

Fue en este pensamiento de m****a, ilusionada por una de las mayores celebridades del momento en el ámbito gastronómico, que tapaba su verdadero rostro, que me lancé de cabeza y te diré nena... que me jodieron bastante. O como dice mi hermoso, delicioso y perfecto "marito":

"Tu mia cara, sei incasinato e bloccato con me per sempre!"

(¡Tu mia cara, sei incasinato e bloccato conmigo per sempre!)

¿Y no tenía razón hasta la tía buena?

¿Ahora vamos a empezar a contar un poco mi trayectoria?

¡Así que sube la página y vamos con esta nena que seguro que será inolvidable!

Y te advierto, ten cuidado con lo que deseas porque no todo lo que desean tus ojos significa que te traerá la felicidad.

***************

MALU

♤ Hace algún tiempo ♤

Vivir en comunidad requiere muchos cuidados por varios factores.... ¿Por qué? Cuanto más grande más peligroso. Todo se convierte en foco de atención, ya sean cotilleos, riqueza, salud y sobre todo problemas familiares.

La gente se mezcla entre el trabajo, ser bueno o ser malo... Algo muy típico de las favelas...

Me considero una buena persona, sin vicios...

Sólo que siempre me ha gustado echarle un ojo a la vida de la gente famosa y con éxito, y tengo uno en particular que pronto sabréis quién es.

Nunca he sido deslumbrado, ambicioso ni nada por el estilo, pero como todo ser humano busco algo mejor para mi vida.

Sin embargo desafortunadamente las cosas cambiaron y tomaron proporciones inesperadas...

Como dije antes las comunidades tienen sus peligros, y en ellas varias posibilidades, en mi caso fue la familia, para ser mas exacto mi hermano mayor.

Yo soñaba con un futuro lejos de los barrios bajos, con un trabajo, una casa, una vida tranquila con solo lo necesario para vivir.

Mi padre murió en un robo y dejó un hermano mayor, Abraão, que fue mi desgracia.

El cabrón era víctima de traficantes de droga, era alcohólico y no paraba de pedir dinero prestado a usureros para mantener su adicción. Intenté por todos los medios impedírselo, pero no pude, hasta que acabó muriendo y yo heredé sus deudas con los usureros. A algunos tipos incluso los conocía, porque crecieron conmigo en la comunidad y quizá por eso no me mataron.

Pero de seguro algo muy malo me esperaba, ya que no podría pagar la enorme deuda que mi hermano hizo con ellos. Pasaron algunos días y fue cuando me enteré que algunos de los tipos estaban relacionados con la boca. Ahí fue cuando todo se jodió de verdad y en vez de deberle a los usureros, empecé a tener que responderle a los narcotraficantes de los barrios bajos. Fue entonces cuando lo que ya apestaba se puso realmente mal.

El sub vino a la chabola donde vivíamos para decir que la deuda había cambiado de manos y que tendría que devolverla de todas formas en 24 horas.

Pasaron las horas y tenía el culo tan apretado que no podía ni pasar una aguja del miedo que tenía. Trueno era el peor jefe de la comunidad que yo conocía, el muy cabrón no tenía piedad ni con su familia imagínate con una flaca sin gracia como yo.

La deuda creció tanto que ya era de cien mil reales. ¿Y de dónde iba a sacar yo tanto dinero en 24 horas? Ni siquiera podría hacerlo si condujera toda la noche por la Avenida Atlântica. Así que ya me estaba acostumbrando a mi situación e iba a morir después de haber sido violada de la peor manera posible por esos cerdos bocazas.

Ya había oído a varias chicas contarme las barbaridades que ocurrían en aquel asqueroso cuartito que utilizaban para todo, desde desovar cadáveres hasta comerse a los demás.

Ya me sentía como una m****a y lo peor de todo era que sólo podía pensar en ese chico guapo de la revista. Bueno podrían aliviar mi lado y darle un regalo de misericordia a esta virgen moribunda ¡cierto! No estaría mal morir siendo follada por ese tío bueno de ojos azules. — ¿Estás loca, Malu? Este desfile de muerte y ejecución realmente te afectó. Incluso te volviste loca soñando con un tipo de una revista. — Me pegaba cuando me asustaba con la puerta siempre dando portazos y me arrastraban a las 5 de la mañana metida en un coche y llevada a quién sabe dónde.

El coche se paró y me dijeron que pagaría la deuda de todos modos.

Yo ya estaba desesperado, me arrastraron a un lugar oscuro. Me encerraron en una habitación sucia, donde esperé a ver qué me hacían.

Siempre he sido muy valiente, pero confieso que ahora tengo mucho miedo, no sé qué va a ser de mí y de mi vida. Caminando de un lado a otro de la oscura habitación llena de cosas amontonadas que seguramente me habían robado pensaba en cómo acabaría mi vida.... Porque para mí había terminado allí...

Llorando y con mucho miedo esperaba ser perdonado, pero en el fondo sabía que no habría perdón.

Me sobresalté cuando la puerta de donde estaba se abrió con fuerza, era Vinicius, uno de los chicos con los que crecí, ahora era traficante de drogas y por suerte para mí fue el que consiguió convencer a los demás de que no me mataran.

— Venga Malú, vete y facilítame la situación, el jefe quiere que te lleve...". — Dijo con la voz de quien no quería hacerlo.

No dije nada, simplemente salí de aquel horrible lugar y me fui con él. ¿Qué podía hacer? Mi destino ya estaba trazado y no tenía elección. Mi corazón estaba a punto de sufrir un infarto, ahora era cuando sabría lo que me iban a hacer. Mis lágrimas fluían como una cascada, temblaba, tenía pánico....

Al llegar a una sala llena de hombres armados con armas muy pesadas me detuve frente a aquel jefe que solo conocía de vista, el cabrón de Trueno. El tipo era un mulato de alrededor de 1,80m de altura, musculoso, lleno de cadenas de oro alrededor del cuello, tatuajes por todo el cuerpo, anillos de oro en ambas manos, brazaletes, un Rolex en la muñeca izquierda y me excité sólo de ver ese delicioso cuerpo sin camisa completamente expuesto de la mejor manera posible. Pero, todo pasó cuando aparté la vista de su cuerpo para mirar directamente a sus ojos grises oscuros haciéndome sentir como si estuviera en el mismísimo infierno.

Todos en aquel lugar que se llamaba oficina de tráfico me miraban como si quisieran devorarme, yo estaba aún más aterrorizada de todo aquello, al fin y al cabo era virgen y lo único que sabía de sexo era lo que leía en esos cuentos eróticos y revistas de cotilleos donde va mi deseo de consumo, el del hombre de los ojos azules ardientes.

— Tienes suerte de estar buena, escapaste de la muerte... — Dijo ese Trueno mirándome y tocándome el pelo

— ¿Qué me vas a hacer? — Pregunté asustada esquivándolo y él se acercó a mi oído hablando en un susurro que hizo temblar cada pelo de mi cuerpo

— Te vamos a regalar a un tío de allí. Y tú, buenorra, te vas a quedar con unas mujeres que quieren ganarse la vida vendiendo su cuerpo.

— ¿Qué? ¡No, por favor! ¡No me prostituyas! — Dije tratando de levantarme, pero él me empuja con una mano haciéndome sentar de nuevo en la silla

— Lo siento delicioso, incluso quería quedarme contigo, pero tenemos una deuda con él y tenemos que pagar. Y tú serás el pago, así que tu deuda también será saldada con nosotros. ¡Es eso o la muerte! ¡Elige que aún hay tiempo! — dice desbloqueando la pistola y al escuchar el chasquido empiezo a temblar

Solo sabía llorar y llorar sin parar, realmente mi vida terminaba allí, me entregarían a una casa donde las mujeres se venden y yo tendría que hacerlo también, prefería morir a tener que vender mi cuerpo. ¡Qué desgracia! ¡Todo esto es culpa de Abraham! Suerte que ya está a dos metros de la tierra, si no, lo mataría yo misma.

— ¡Mátame, por favor! ¡Preferiría morir, pero no me lleves a este lugar! ¡Por todo lo más sagrado! ¡Ayúdame, Vinicio! ¡Ayúdame, Vinicius! — Le supliqué, mirándole, pero él dijo con voz triste

— Lo siento, Malu, ¡pero esta vez no puedo ayudarte! — dice y se va

— ¡Lombriz no está loca por ir en contra de mis órdenes hija! Palabra de trueno se convierte en ley en el mismo instante. Ni hablar gatita, estás buena y te quieren. Las otras chicas que van contigo van porque quieren y tú vas porque eres parte de mi pago.

Entonces el señor de la droga envió a uno de sus hombres a traer a las otras mujeres que esperaban en otra habitación, se unieron a mí y luego un hombre y una mujer, muy bien vestidos por cierto, entraron en la habitación donde todos esperaban.

— ¿Son nuestros paquetes? — preguntó el hombre.

— Están todos aquí, con ellos pago mi deuda y lo liquido todo contigo? — dijo el jefe.

— ¡Belleza Trueno! ¡De eso ya nos encargamos! ¡Trae a las chicas Rebeca! — Le dijo el tipo a la mujer que venía con él.

— ¡Vamos zorras! — Dijo ella secamente.

Todas le siguieron y yo fui la última en irme. Estaba desesperada y llorando, lo que me esperaba era lo peor de las cosas, ser obligada a tener sexo con hombres que nunca había visto en mi vida, perder mi virginidad de la peor manera posible y con muchos hombres cada día, no podía soportarlo, estaba pensando que tendría que encontrar la manera de acabar con mi propia vida.

Subimos todos a una furgoneta negra que no se veía nada por las ventanillas, el hombre conducía y la mujer iba en el asiento del copiloto. Las chicas que iban conmigo parecían de mi edad también, las dos estaban tranquilas, solo yo que lloraba y quería morirme.... Me miraban con lástima porque se imaginaban que yo no quería estar allí.

Les oí hablar de un hombre que era dueño de todo y que elegiría la función de cada chica cuando llegaran al lugar donde vivirían. Me pasé todo el camino llorando pensando en todo lo que he pasado en la vida, desde pequeña sufriendo sin mi madre, con mi padre muerto y mi único hermano bebiendo todos los días. Tuve que cuidar de la casa y comer, sobreviví gracias a la ayuda de la familia de una amiga mía, Julia, éramos amigas desde pequeñas y su madre cuidaba de mí... no pudieron hacer nada cuando me cogieron porque si no podían matarlos y si eso ocurría no me lo perdonaría. Pero soy consciente de que no las volveré a ver.

Perdida en mis pensamientos ni siquiera me di cuenta de que habíamos llegado, era una casa enorme, como una mansión... confieso que pensé que sería un asqueroso puticlub, pero no era así, era una casa de lujo.

Bajamos de la furgoneta y seguimos al hombre y a la mujer al interior de la casa. Entramos y miré a mi alrededor, era una casa enorme e impecable. Era como una de esas películas italianas, poderoso jefe.

El salón era como uno de esos clubs de strippers y encima estaban las distintas habitaciones. Mucho lujo para dejar boquiabierto a cualquiera.

La tal Rebeca era una mujer muy guapa, rubia, alrededor de 1,70 de estatura, piernas torneadas, vientre plano, un par de siliconas que llamaban la atención de cualquier hombre, en otras palabras era una mujer grande para parar el tráfico. Pero tenía dos grandes defectos, el orgullo y la arrogancia hasta el punto de provocar náuseas.

Su voz me da náuseas, pero tengo que escuchar atentamente sus órdenes. Al fin y al cabo, aquí no soy más que otra mercancía, un trueque sin poder de decisión.

— Poneos en fila, zorras, que viene la jefa a deciros lo que va a hacer cada una... — Dijo mirándonos como si fuéramos animales sarnosos.

Me dieron ganas de estrangularla, pero no era el momento. Todos se pusieron en fila y por supuesto yo fui el último.

El hombre que estaba con Rebeca nos miró uno a uno y cuando llegó a mí me miró como si me fuera a devorar.

— Esta se la voy a pedir al jefe para mí. — Dijo con una sonrisa de lado y yo me estremecí por dentro de miedo.

— Pídeselo, Jairo, quién sabe si te lo regala. ¿Pero este mosquito muerto? Es obvio que esta aquí a la fuerza, no ha parado de llorar ni un solo minuto desde que puso un pie aquí.

La oigo ofenderme y un odio se apodera de mi cuerpo. Pienso en replicar, pero salgo de mis pensamientos cuando noto un ruido que viene de la escalera de caracol y de repente vemos a un hombre que baja los largos escalones de granito con un aspecto super chulo.

Llevaba un traje negro, gafas oscuras, un reloj de diseño en la muñeca izquierda, una pulsera trenzada de oro en la derecha y un solitario de ónix típico de los mafiosos italianos. Era un hombre fuerte, musculoso pero no exagerado, alto, con una barba muy bien diseñada y un pelo chocolate perfecto sin un pelo fuera de su sitio. En resumen, estaba viendo a un Dios griego ante mis ojos.

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