Este era un día que valía la pena celebrar. Nunca nadie le había dicho eso.
Cuando era pequeño y no entendía las cosas, también había querido celebrar cumpleaños. También había querido tener un pastel de cumpleaños como los demás, incluso quería pedir deseos de cumpleaños.
Pero todos le decían que ese día no valía la pena celebrarlo, porque ese día se había convertido en un huérfano completo.
Incluso mucha gente se burlaba de él, diciéndole que era una maldición.
Hacía mucho tiempo que nadie le decía que su cumpleaños valía la pena celebrarse.
Estas palabras eran como un rayo de luz que iluminaba el mundo oscuro de Vicente.
Pero él sabía mejor que nadie que cuando un rayo de luz entra en la oscuridad, si esa luz permanece para siempre, se convierte en la salvación de la oscuridad. Pero si desaparece en un instante, solo se convierte en una navaja que desgarra la oscuridad.
Pero en este momento, codiciaba quedarse con ese rayo de luz.
Pensando esto, Vicente apretó los dientes y miró a A