Capítulo 260
Su invitación parecía cordial, pero sonaba más como si estuvieran dando limosna.

Andrea les lanzó una mirada fulminante: — No hace falta. Comer con ustedes me provoca náuseas.

Dicho esto, Andrea estaba a punto de marcharse con su grupo, pero Ximena seguía insistiendo.

— Ja, si no pueden pagarlo, simplemente díganlo. ¿Para qué tantas excusas? Pensabas que al dejar a mi hijo vivirías mejor, y resulta que ni siquiera puedes permitirte una comida decente.

Tomás y Diana, con rostros indignados, estaban a punto de intervenir.

Miguel se giró primero, mirando a Ximena con el ceño fruncido.

— Mamá, ya basta.

Pero Ximena no tenía intención de contenerse: — ¿Por qué debería callarme? Es la verdad. Si no pueden permitírselo, no deberían venir. Este tipo de lugares no es para cualquiera. Camarero, ¿qué clase de servicio están ofreciendo? Atender a gente de este nivel solo arruinará su negocio.

El camarero quedó atrapado en una situación incómoda.

Vicente, al ver esto, sonrió fríamente: — Tienen raz
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