—Es inútil seguir hablando. Firma.
Miguel frunció el ceño con impaciencia:
—Andrea, si no aprovechas esta oportunidad, no me culpes. El divorcio está bien, pero la custodia de Juanito será mía y no podrás verlo sin mi permiso.
Miguel esperaba que Andrea cediera inmediatamente al oír esto.
Pero para su sorpresa, Andrea no mostró ninguna reacción.
—El acuerdo ya lo especifica claramente: la custodia de Juan será tuya.
Miguel apretó los dientes y finalmente miró el acuerdo.
—Ja, me sorprendes. Renuncias al niño pero codician los bienes. ¿Cincuenta por ciento? ¿No crees que sueñas demasiado?
Andrea esperaba esta reacción:
—Todos los bienes matrimoniales me corresponden en parte. El cincuenta por ciento es mi mayor concesión.
Miguel sonrió con desprecio:
—Cada centavo en esta casa lo he ganado yo. ¿Tú has ganado algo? ¿Y ahora te atreves a pedirme cuentas?
Andrea recordaba cuando Miguel, con flores en mano, la convenció de abandonar sus estudios y dejar de trabajar.
En ese momento él dijo q