Capítulo 10
Al instante, Maximiliano cerró la boca incómodamente. El rostro de Miguel, que se había suavizado, volvió a ensombrecerse. Sus dedos se pusieron blancos de tanto apretar el teléfono.

—Andrea, ¿estás segura de esto?

Lo dijo entre dientes, pero Andrea respondió con naturalidad:

—Ya firmé el acuerdo. Nos vemos al mediodía en el café cerca de tu oficina.

Y colgó.

La mano de Miguel apretaba el teléfono como si quisiera triturarlo.

Maximiliano, viendo la situación, tragó saliva y se levantó.

—Eh... me voy, tengo que revisar unos contratos.

Miguel no respondió, pero su rostro estaba tan sombrío que parecía haber bajado la temperatura de la habitación.

Cuando Maximiliano salió, Miguel arrojó violentamente el vaso al suelo.

Maldición. Él siempre había sido estable emocionalmente, pero últimamente Andrea lo tenía constantemente alterado.

Pensando en el acuerdo de divorcio, apretó los dientes y los puños.

—Andrea, ¿quieres hacer drama? Te dejaré hacerlo hasta que no consigas nada.

Al mediodía, cu
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