Andrea no pudo evitar sonreír ligeramente y luego, tras un momento, se dio la vuelta para regresar.
Apenas había vuelto a la habitación cuando Tomás comenzó a despertar lentamente.
En ese momento, un grupo de personas entró en la habitación del hospital.
Al frente iba un médico que parecía bastante mayor, seguido por varios médicos de diferentes edades.
Andrea se sorprendió al verlos:
—¿Y ustedes?
El profesor de edad avanzada fue el primero en hablar.
—Buenos días, señorita Castro. Todos somos especialistas y profesores de cardiología, y hemos venido específicamente para la consulta del señor Castro. Nos encargaremos de todos los aspectos de su condición.
Andrea sintió que algo no encajaba.
—¿Su hospital... ofrece este tipo de servicio?
Los médicos y profesores intercambiaron miradas y asintieron.
—Satisfacer a nuestros pacientes es nuestro mayor deseo. No se preocupe, señorita Castro, haremos todo lo posible para que el señor Castro recupere su salud lo antes posible.
Aunque este grup